domingo, 29 de noviembre de 2009

Pensamientos Incorrectos - Cobos, el campo y uno

Por Rolando Hanglin
Especial para lanacion.com
Viernes 17 de julio de 2009
En primer lugar, quiero dejar constancia de que el autor de esta nota no sabe andar a caballo.Como segundo punto: mis conocimientos de agronomía son limitados. Yo sé, por ejemplo, que a las plantas hay que regarlas. Y si no, es preciso que llueva un buen rato día por medio.
Pero soy argentino, nacido y criado en la provincia de Buenos Aires. Desde chicos nos enseñaron nuestros padres y abuelos que este era el país de las vacas y el trigo. No hay más que recorrer la ruta 2, hacia Mar del Plata, para comprobarlo. En buena parte descendemos de gringos que vinieron aquí huyendo de las hambrunas europeas, atraídos por los buenos sueldos y la abundancia de trigo, maíz, leche, queso, carne, vino.
El hombre de campo. El argentino admira y respeta al hombre de campo. Sabemos que tal vez no seamos buenos para construir un submarino nuclear. Sabemos que los rusos nos ganan a la hora de mandar un cohete a la luna, los brasileños suelen vencernos al fútbol y los All Blacks nos barren al rugby. Pero confiamos en las ventajas comparativas del campo argentino y en la capacidad de nuestros chacareros: acá se produce buena carne y se generan toneladas de granos. Nos consideramos seriamente los mejores.
Por eso amamos al campo: es nuestra esencia. Y nuestro poema nacional es "El Gaucho Martín Fierro" de José Hernández, no "La Metamorfosis" de Kafka.
El argentino cree en el hombre de campo. Sabe que la fuerza creadora está en el interior, en los tambos, en los maizales, en el trigo, en la Vendimia, en las bien provistas carnicerías y verdulerías de todo el país. Por eso el campo es algo que "no se toca". Julio César Cleto Cobos, con su insólita popularidad, es un emergente de este sentimiento. Posiblemente, en sus largas cavilaciones anteriores al voto "no positivo", el ingeniero Cobos pensó en todas estas cosas y -encomendándose a Dios- trató de ser justo.
Obviamente, a lo largo de la historia el campo evolucionó. De las grandes extensiones ganaderas detentadas por la Oligarquía Vacuna desde 1880 hasta 1940 se pasó a la chacra, la granja, el feed-lot, el criadero de pollos, la siembra directa, al boom de la soja y otras realidades propias de la Sociedad del Conocimiento. El hombre de campo de hoy ya no tiene el perfil de don Juan Manuel de Rosas sino más bien el de un joven ingeniero agrónomo con su lap-top y su camperita de gamuza. Toda esta nueva generación, criada en el Interior, motorizó la protesta contra la Resolución 125. Después vino Cobos.
Ahora bien. Desde el año pasado se viene hablando de "proteger al pequeño y mediano productor", y en cambio "castigar a los grandes". Esto lo escucho en boca de políticos, economistas, ruralistas y opinators. Y no lo puedo comprender, será porque mis conocimientos económicos llegan a Segundo Año del Nacional. Se me ocurre que un pequeño productor dispone de una superficie limitada de tierra, por lo tanto no le alcanza la plata para comprar buenas máquinas y fertilizantes, de ahí que produce poco y más caro. ¿Verdad? En cambio, un gran productor trabaja sobre grandes extensiones, posee o alquila excelentes cosechadoras, sembradoras, trilladoras, fertilizantes, agroquímicos (todo eso que se paga en dólares) con lo cual extrae de su campo toneladas de granos. Estos se venden en el mercado internacional, provocando una oleada de dólares en el país y en el Estado. ¿Qué tiene de malo?
Más aún. Si no entendí mal, los famosos "pools de siembra", consagrados a la soja que compran por miles de toneladas China y la India desde el año 2000, son una red o cooperativa donde un paisano pone el campo, otro pone la maquinaria, otro los fertilizantes, otro el know-how (ahí viene el ingeniero agrónomo de la camperita) y todo el pueblo deposita sus ahorros para cobrar, el año que viene, fuertes ganancias: el almacenero, el dentista, el comisario, el escribano y la viuda del finado intendente. De esta forma logran la capacidad de producción de "los grandes". Y por lo que he leído, los pools son una realidad impetuosa en Nueva Zelanda, Canadá, Estados Unidos, China, Brasil, India, Vietnam, etc. ¿A qué se debe el furor de perseguir a los pools y castigar a los "grandes"?
Algunos dicen que el cultivo de soja (con el famoso glifosfato y otras substancias propias de los alquimistas) deteriora la tierra. Pero no me imagino a un paisano argentino destruyendo su propia base de sustentación. Tampoco me explico el fervor por la ecología en un país que tiene el Riachuelo (el curso de agua más contaminado del mundo), un Río de la Plata que fue playa hasta 1950 y donde ahora no te podés zambullir porque se te cuecen las tabas entre la otitis, la conjuntivitis, la gastritis y las erupciones cutáneas?y las propias calles de Buenos Aires, donde familias de marginales con sus hijos procesan la basura a cielo abierto, contaminándose y contaminando sin que a nadie le importe.
Ese es mi parecer. Si a alguien he molestado, monto en mi malacara y me mando mudar al trotecito.

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