domingo, 28 de agosto de 2011

TEMAS QUE DEBERÍAN INTERESAR El proyecto de construir autopistas a lo largo del país Por fin, una política de Estado

Marcos Aguinis - LA NACION - Martes 28 de junio de 2011
Entre las malas noticias que agobian a los argentinos está comenzando a crecer una política de Estado. ¡Felicitaciones! Se puso en marcha de un modo perseverante y silencioso. Ya ha recorrido un tramo sustancial y sólo faltan pocos segmentos. Tiene posibilidades de convertirse en una realidad fundacional a corto plazo y brindar un fruto sin paralelo a nuestro alicaído país.
Se trata de equipar el territorio con autopistas inteligentes de máxima calidad. Llegarán hasta los puntos más remotos sin que los usuarios tengan que pagar peaje, siguiendo el modelo de Alemania y Estados Unidos. Ni peaje, ni impuestos, ni sobreprecios, ni sangrías estatales. También incluye esta iniciativa la rehabilitación y modernización de nuestra abandonada red ferroviaria.
Sobre este asunto publiqué un artículo en agosto de 2008 con un título provocativo: "Desarrollo sin coimas". Ahí señalé las oportunidades que la Argentina pierde con una irresponsabilidad -o idiotez- que avergüenza. Enumeré los caprichos infantiles del Poder Ejecutivo Nacional y la inoperancia de la oposición. También describí los beneficios impresionantes, y a corto plazo, que se lograrían poniendo en marcha este nuevo proyecto, muy sólido en su lógica. Se evitarían siete de cada ocho muertes, se uniría todo el país, volverían a florecer ciudades y pueblos agónicos, se multiplicaría la producción, crecería la demanda de mano de obra y se descongestionarían las megalópolis.
En febrero de este año, La Nacion lanzó un editorial con el título "La red vial, una política de Estado", sobre el mismo asunto. Allí informaba que en el Congreso de la Nación este proyecto ya tiene estado legislativo con el apoyo de ocho bloques de diputados. Es una propuesta revolucionaria que une voluntades y convertirá las decrépitas rutas en una fabulosa red de autopistas inteligentes que abarcarán nada menos que 13.500 kilómetros. Son suficientes para unir todas las capitales de provincia y otras ¡1150 poblaciones! De esa forma se conectaría nuestra enorme extensión territorial entre sí y con los puertos y centros turísticos. Tamaña maravilla puede ser construida -esto deja boquiabierto- aplicando una tasa de sólo tres centavos por litro de combustible cuando cada 1000 kilómetros de carretera estén completamente terminados. Es decir, se comenzaría a pagar recién cuando cada tramo se concluya en todos sus detalles y con todos los chiches. ¡Nada de demoras ni de estafas! Nada de fondos estatales que son un pozo negro.
El contraste con la situación actual da vértigo. Veámoslo con una rápida síntesis. Hoy el usuario paga cada año 15.269 millones de pesos en concepto de impuesto a los combustibles, exactamente el doble de lo que costará toda la nueva red. ¿No es asombroso? Además, si esa red no se hace, continuaremos pagando peaje por rutas de la muerte, como bien denuncia el mencionado editorial. En términos económicos, los accidentes de ruta ascienden hoy por hoy al 2% del PBI, es decir, 6600 millones de dólares. ¡Tres veces más de los que costaría la red de autopistas una vez concluidas!
La iniciativa fue estudiada y elaborada en detalle por un calificado equipo de ingenieros viales argentinos. Es un proyecto ambicioso pero probadamente factible. Las nuevas autopistas serán modernas, con calzadas desdobladas por un cantero central y guardarrieles que eviten los choques frontales (causa del 66% de las muertes). Los cruces tendrán lugar en diferentes niveles para impedir colisiones con trenes u otros vehículos. Las banquinas gozarán de un buen pavimento para que al morderlas no produzcan vuelcos luctuosos. Las poblaciones gozarán de una circunvalación para que su centro evite el tránsito pasante a gran velocidad. También habrá radarización y detectores de niebla, como se estila en los países modernos. Se trata de poner en marcha la Argentina.
Todo este emprendimiento no implicará erogación alguna por parte del Estado, repito. Será realizado por empresas privadas que recuperarán su inversión cuando terminen cada tramo. No antes, como se hace hasta ahora, facilitando las conocidas y desopilantes corrupciones. Cuando cada tramo concluya, recién entonces las empresas comenzarán a recibir la módica tasa de tres centavos por litro de combustible (menos que una vergonzosa propina). El procedimiento será transparente, sin la diabólica caja política ni las uñas de tantos funcionarios voraces.
Seríamos testigos de la mayor inversión vial de toda nuestra historia. Se necesitarán diez años para terminar de construirla por completo, a un promedio de 1350 km por año. Para lograrlo es preciso un consenso nacional firme que obligue a respetar los pactos, sin mezquindades electoralistas, sectoriales, mafiosas o personales.
Llama la atención, como dije al comienzo, que esta verdadera y trascendental política de Estado comience a florecer, incluso durante las tormentas electoralistas. Ocho bloques del Congreso Nacional ya lo avalan, luego de demorarse trece años (¡la red ya pudo haber sido terminada!). Más notable es que las provincias marginadas y manipuladas por la actual política nacional (que de federalismo sólo usa palabras) han empezado a movilizarse con este proyecto innovador, que les inyectaría un torrente de vitalidad.
En efecto, los cámaras legislativas de las provincias más populosas respaldan esta iniciativa por unanimidad, sin ninguna objeción ni abstención. Se trata de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, que han emitido resoluciones entusiastas y conforman más de la mitad del país. Pronto se sumarán otras provincias. ¿No suena como algo de otro mundo? Lo que sucede es que por fin se ha tomado conciencia de una varita mágica que está a disposición de nuestra traumatizada Argentina.
La epopeya de integración vial de nuestro dilatado territorio sólo puede compararse en escala con la construcción de los ferrocarriles en el siglo XIX. Entre 1864 y 1915 se tendieron 33.000 km de ferrocarriles a un promedio de 672 km por año, sin los recursos tecnológicos del presente, a puro músculo. Ahora, para completar los modestos 404 km de autopista entre Rosario y Córdoba (que ya tiene baches) se necesitaron 14 años al escandaloso ritmo de 28 km por año. Con semejante velocidad, tardaríamos 440 años en integrar nuestro territorio.
Además, nos aturde el récord de obras publicitadas de modo febril? ¡y no realizadas! Existen otras nueve autopistas contratadas y no se terminó ¡ninguna! Sobre los 868 km de autopistas nuevas, insistentemente propagandeadas, sólo se terminaron 11 km. ¿No es indignante? Se engaña al pueblo mientras se lo mantiene en la ignorancia y el subdesarrollo. Se elogian ficciones mientras se lo esquilma, incluso con la excusa de defender los derechos humanos.
Según datos del Banco Central, en los últimos cuatro años se fugaron del país 57.502 millones de dólares. ¡Qué cifra! La patológica fuga de capitales demuestra que hay sobrada capacidad de ahorro, pero que enseguida vuelan al exterior. ¿Razones? Inseguridad jurídica y falta de proyectos serios para canalizarlos hacia la inversión productiva.
Los ciudadanos pueden y deberían apoyar este programa de bien público ingresando a www.autopistasinteligentes.org . Ya suman millares los argentinos que se vuelcan en su favor.
Esta política de Estado nutrirá las energías para emprender otras. Se producirá un cambio de la gestión y el paradigma. Brincaremos hacia un crecimiento genuino y potente. Sólo necesitamos, como decía el gran estadista Benjamín Disraeli, "que haya persistencia del propósito".
© La Nacion

TEMAS QUE DEBERIAN INTERESAR: Somos periodistas, queremos informar

Luis Majul Para LA NACION Jueves 09 de junio de 2011
Editores y colegas me propusieron anteayer salir a festejar el Día del Periodista. Se los agradecí, pero les pedí que lo dejáramos para otra oportunidad. No me pareció el día apropiado.
La profesión está atravesada por el falso discurso que viene imponiendo el Gobierno sobre el rol de los medios y bajo una gestión que se autodenomina nacional y popular. El mayor exponente de esta mirada maniquea es Carlos Zannini , el hombre con más poder después de la presidenta de la Nación. Según él, la prensa busca condicionar "a la política". De acuerdo con su perspectiva, y por extensión, todos los medios son malvados, corporativos y golpistas. Y este gobierno representa, según él, la parte más noble que tiene la política. Es decir, la posibilidad de cambiar la vida de la gente, para mejor.
Se trata de una gran coartada. Una gran excusa para ejercer el poder sin controles ni auditorías. Sin un contrapeso mínimo para repartir el dinero del Estado como mejor les parezca. Bajo ese presupuesto se justifica todo. Desde la falta de convocatoria a conferencias de prensa de la Presidenta hasta el reparto discrecional de la publicidad oficial. No por conocida la doctrina es menos escandalosa: millones de pesos sin la correspondiente auditoría para los medios amigos, migajas o cero publicidad para los medios y periodistas que cuentan lo que pasa más allá de los intereses de la administración. Como si el dinero fuera del secretario de Comunicación Pública, Juan Manuel Abal Medina, hasta se dan el lujo de no acatar el fallo de la Corte Suprema de Justicia que les ordenó incluir publicidad también en los medios críticos.
Pero no se trata solamente del dinero oficial utilizado como propio. También hay protección y primicias para los más alcahuetes, persecución a través de organismos públicos como la AFIP y nula información para quienes hacen preguntas molestas.
Aunque parezcan cosas distintas, los escándalos que involucran a Sergio Schoklender y Hugo Moyano son hijos naturales de esta política perversa de prebendas y hostigamiento. Los fondos públicos que recibió el apoderado de las Madres de Plaza de Mayo no se controlaban ni auditaban porque eran para gente "del palo". Al contrario. Hasta donde les fue posible, organismos como el Banco Central o la Unidad de Información Financiera (UIF) ocultaron información y demoraron la investigación. Había y hay una justificación "política": la lucha y la honestidad de Hebe de Bonafini hacían las veces de enorme paraguas protector en caso de que a cualquiera se le ocurriera preguntar.
Con la misma lógica, al líder de la CGT y del sindicato de camioneros se le facilitaron decenas de negocios porque era, y sigue siendo, un socio privilegiado del Gobierno. Alguien a quien es mejor tener de aliado, por más dinero del Estado que cueste semejante relación. Enumerarlos aquí sería tedioso. Es suficiente con decir que desde 2004 hasta 2009 el grupo económico Moyano-Liliana Zulet obtuvo ganancias por más de 13 millones de pesos.
El hostigamiento a los periodistas y a los medios "destituyentes" es imprescindible para contar la historia oficial que les permita perpetuarse en el poder. Los periodistas militantes están obligados a repetir que Néstor Kirchner tenía un compromiso con la lucha por los derechos humanos desde fines de la dictadura. Y que sacó a la Argentina del infierno para llevarla al mejor momento de toda la historia. Zannini acaba de proclamar que su enorme tarea fue superior, incluso, a la de Juan Domingo Perón porque, según él, Néstor partió de menos cero y el general tenía cierto viento de cola mundial que favorecía su política de distribución del ingreso.
Los periodistas y medios oficiales y paraoficiales deben repetir que Kirchner se inmoló por la patria, y las calles, las plazas, las avenidas y el Fútbol para Todos deben dar cuenta de esa verdad irrefutable. Los pensadores e intelectuales obedientes han instalado el concepto de "denuncismo", como si los periodistas profesionales estuviéramos cometiendo un pecado al develar actos de corrupción gubernamental. Los filósofos K han diseminado la idea de que el enriquecimiento del ex presidente y la jefa del Estado es un asunto menor que no merece ser discutido. Que la obsesión de los periodistas profesionales por ahondar en asuntos como la mafia de los medicamentos, el favoritismo oficial hacia las megaempresas mineras y los gastos indebidos del Estado son minucias, herramientas típicas de "los gorilas" del siglo XXI. Que publicar los índices reales de la inflación y la pobreza es hacerles el caldo gordo a los tenedores de bonos de la deuda. Que Guillermo Moreno es un patriota y no un patotero que usa el dinero y las herramientas del Estado -una vez más- para perseguir a las consultoras que sólo hacen su trabajo.
Al final de la jornada me enteré de que, para saludarnos por el Día del Periodista, la Presidenta había acusado a algunos colegas de hacer "operaciones". De inmediato lo asocié con uno. Uno que representó, para nuestra generación, el ejemplo del buen profesional que enfrenta a la corrupción del gobierno en condiciones adversas. Uno que ahora modificó sus prioridades. Uno que acaba de montar una "operación" para hacer creer a sus lectores que Kirchner fue un campeón de los derechos humanos desde antes de 1983.
La operación fue desarticulada con pura información y testimonios de la época. Menos mal que todavía quedan algunos periodistas con memoria de cómo honrar la profesión. Brindo por eso.
© La Nacion

TEMAS QUE DEBERÍAN INTERESAR El dilema de las desigualdades sociales La riqueza no gotea ni derrama

José Nun - LA NACION - Miércoles 22 de junio de 2011
El agua ocupa las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra y los pobres representan un porcentaje más o menos parecido de la población que la habita (aclaro que no considero pobres sólo a los indigentes, sino a todos aquellos que no logran alcanzar los niveles mínimos de "desarrollo humano" que definen las Naciones Unidas). Tal vez sea ésa la causa última de una tendencia bastante llamativa: casi siempre, los discursos sobre la pobreza apelan a metáforas relacionadas con el agua. Desde la constatación elemental de que la pobreza constituye una forma aguda de la falta de liquidez, hasta la propia circunstancia de que hace más de un siglo fuera un armador de barcos convertido en lúcido crítico social, el inglés Charles Booth, quien primero hablase de una "línea de la pobreza", extrapolando a partir de la línea de flotación de las naves que construía.
Veamos: uno es hombre al agua, se hunde o se ahoga en la miseria, se va a pique, toca fondo, se lo lleva la corriente, es un seco, está empantanado, el agua le llega al cuello, se estanca, se vuelve un sumergido, es un náufrago, lo inundan las deudas, se cae al charco. Salvo, claro, que logre hacer pie o, por lo menos, la plancha y, en una de ésas, salga a flote, especialmente si alguien le tira una soga o un salvavidas antes de que se lo coman los tiburones.
Los economistas no podían resultar ajenos a esta tendencia y así fue como en los Estados Unidos los más conservadores de entre ellos se apropiaron con gusto de una ironía del humorista Will Rogers en plena crisis de 1930 y, unos años después, la convirtieron en la teoría del trickle-down effect . En inglés, el sustantivo trickle designa a un chorrito de líquido, y el verbo to trickle , a eso que nosotros denominamos gotear. Con lo cual regreso a la teoría del trickle-down effect , de la que se valió el presidente Ronald Reagan, en enero de 1981, para justificar una fenomenal rebaja del 60% en los impuestos que pagaban los más ricos. Es que, contrariamente a lo que pensaban hasta entonces los liberales de corazón blando del Partido Demócrata, agrandar la desigualdad acabaría redundando en una disminución de la pobreza gracias al goteo.
El núcleo del razonamiento es de un simplismo pasmoso. Parte de suponer que la gente responde siempre de modo lineal a los incentivos que se le ofrecen; por lo tanto, permitir que se eleven rápidamente las ganancias va a estimular de inmediato un aumento de las inversiones productivas que, a su vez, ampliarán la demanda de mano de obra. De esta manera, más tarde o más temprano, el proceso terminará beneficiando también a los de abajo, porque goteará a través de mejores ingresos y posibilidades de consumo. La doble condición es que no se promuevan reformas fiscales pretendidamente progresivas que afecten a las utilidades y que no se interfiera en la libre operación de los mercados. Satisfechas estas exigencias, el goteo ocurrirá inevitablemente porque ni siquiera depende de la generosidad o de la benevolencia de los empresarios.
Lo notable es que la historia contemporánea de los Estados Unidos prueba todo lo contrario. De la mano del keynesianismo, su economía creció significativamente en la segunda posguerra, al mismo tiempo que se reducían las desigualdades sociales; en cambio, después de 1973, cuando estas desigualdades se profundizaron con el ascenso del neoliberalismo y de la reaganomics , el crecimiento se detuvo o se redujo a niveles mínimos. En una palabra, las bondades del trickle-down effect no se sostienen en el campo teórico por su ostensible esquematismo, y fueron abundante y reiteradamente refutadas en el plano empírico. Según concluye Stiglitz: "Los pobres han sido las víctimas del fundamentalismo de mercado. La economía del goteo no funcionó".
Pero esto no ha ocurrido sólo en los EE.UU., como lo muestran diversos estudios del Banco Mundial y de la OCDE. En su conocido examen comparativo de 65 naciones industriales, Alberto Alessina y Dani Rodrick, por ejemplo, pusieron de manifiesto una clara relación inversa entre el crecimiento económico y la desigualdad: aquel fue mucho más lento allí donde el 5% o el 20% de mayores recursos se adueñó de una parte más elevada del ingreso, y resultó más alto en los países donde sucedió lo opuesto, es decir, donde quienes menos tienen recibieron una porción más grande de la torta.
A esta luz, resulta todavía más asombroso lo que han venido haciendo en América latina desde los años 80 muchos sedicentes expertos y un gran número de políticos y de comunicadores sociales. Con una picardía digna de mejor causa, se dieron cuenta enseguida de que, dadas las graves urgencias sociales existentes, apelar a una teoría del goteo para defender y expandir los privilegios del poder económico era muy poco vendedor. Se valieron entonces de un truco que pasó desapercibido hasta para sus críticos: sin vacilación alguna reemplazaron "goteo" por "derrame" y lograron instalar este término tanto en la discusión académica como en el lenguaje de sentido común.
Lo cierto es que, si en el campo de los análisis de la distribución del ingreso ya resultaban muy discutibles las credenciales teóricas del "goteo", el "derrame" sencillamente no posee ninguna. En esa área, nunca fue formulada una teoría del derrame. La noción se tomó sin más de la literatura sobre las innovaciones tecnológicas, donde el spillover effect (derrame) alude a las llamadas "externalidades". Se trata del caso bastante frecuente de firmas innovadoras que no pueden evitar que una parte de los conocimientos que desarrollan escapen a su control y desborden los límites de la empresa. Como se advierte, ni este uso (ni, mucho menos, las aplicaciones del spillover effect en ámbitos como los de la psicología cognitiva o los estudios internacionales) tienen nada que ver con lo que llevo dicho.
O sea que, entre quienes decretaron el fin de las ideologías, proliferan aquellos que emplearon (y emplean) todos los medios a su alcance para difundir ideas falsas que sirven a sus intereses y a los de sus representados. Porque la impostura que critico no ha cesado de producir serias consecuencias hasta el día de hoy. Para comprenderlo, quizá sea bueno recordar el teorema que formuló en 1928 William I. Thomas. Sucintamente expuesto: si las personas definen una situación como real (aunque no lo sea), la situación será real en sus efectos. En este caso, la inexistencia de una teoría del derrame no es un obstáculo para que sus secuelas puedan hacerse sentir. Y mucho.
Baste un ejemplo para ilustrarlo. En agosto de 1976, la dictadura militar promulgó la ley 21.382 de inversiones extranjeras. Varios discursos del ministro Martínez de Hoz le allanaron el camino, sosteniendo que había que liberalizar al máximo las condiciones de acceso y de operación en el país de los grandes capitales transnacionales para crear así un "clima de negocios propicio" que los atrajera. Esto exigía liquidar cualquier medida proteccionista y equipararlos por completo a los capitales nacionales, con el argumento ya conocido de que las desigualdades resultantes de su distinta capacidad patrimonial finalmente iban a terminar favoreciendo a todos. Nótese que, entre otras cosas, la ley estableció que los inversores extranjeros debían tener un pleno acceso al crédito interno; podían "transferir al exterior las utilidades líquidas y realizadas provenientes de sus inversiones, así como repatriar su inversión"; adquirir firmas locales; computar como inversión los bienes nuevos o usados que trajesen, etcétera. Para consumar este cuadro de ventajas no igualitarias se dictó, bajo el menemismo, el decreto 1853/93 que les permitió desde entonces a las empresas extranjeras recurrir a tribunales arbitrales internacionales en caso de conflicto, opción que desde luego les está vedada a las firmas argentinas.
¿Cuáles han sido las consecuencias de tanta generosidad? Un proceso galopante de extranjerización de nuestra economía a través de las privatizaciones, primero, y de la venta de compañías nacionales, después. Entre 2003 y 2009, casi un 50% del total de las exportaciones argentinas fue realizado por 70 empresas extranjeras, y en 2009, 117 de las 200 firmas más importantes del país (sin siquiera incluir a los sectores agropecuario y financiero) ya eran también extranjeras. Tomo estos datos de un excelente estudio de Daniel Azpiazu, Pablo Manzanelli y Martín Schorr, próximo a publicarse. Los autores concluyen que las políticas seguidas no han originado "aportes relevantes en materia de expansión del acervo de capitales ni mucho menos una redefinición del perfil de especialización productivo-industrial ni «efecto derrame» alguno".
No elegí el ejemplo al azar. Dije antes que, pese a todas las refutaciones teóricas y empíricas, las secuelas de este falso "efecto derrame" podían continuar operando. Agrego ahora que, 35 años (y varios gobiernos) después, la ley de inversiones extranjeras de la dictadura militar todavía está vigente.
© La Nacion El autor, abogado y politólogo, fue secretario de Cultura de la Nación

TEMAS QUE DEBERÌAN INTERESAR El proyecto de ley para limitar la venta de tierras a extranjeros El nacionalismo, recurso renovable

Martin Krause - LA NACION - Lunes 20 de junio de 2011
El nacionalismo no se agota. Siempre tiene una veta para explotar esa supuesta antinomia entre "nosotros" y "ellos", los otros, los extranjeros. Aun en países como la Argentina, donde hay muy pocos "criollos" y todos hemos descendido de los barcos.
Curiosamente, disfrutamos del éxito de argentinos en el exterior y repudiaríamos que fueran discriminados o que alguna cuota dejara a Ginóbili, Messi o Tévez fuera de sus equipos. También solemos ser cosmopolitas, absorbemos la cultura del mundo y podemos hacer ídolos de extranjeros sin importar su origen (Enzo Francescoli, Marcelo Salas aun siendo chileno, The Rolling Stones aun siendo ingleses).
Pero todo ese cosmopolitismo se derrumba cuando nos plantean que podemos perder cierto recurso muy nuestro, que nos pueden sacar y que, si no hacemos algo, seguramente nos lo van a sacar. Ya se ha estado planteando esto con respecto al agua, agitando el fantasma de que hay extranjeros que se la van a llevar, tal vez en barcos que transporten los gigantescos glaciares.
Ahora le toca el turno a la tierra, y el Gobierno, apelando a esa fibra nacionalista, envió recientemente un proyecto al Congreso para limitar la venta de tierras a extranjeros. Según éste, los propietarios de otras nacionalidades no podrán superar el 20% del total de tierras rurales a nivel nacional, que se estima en 40 millones de hectáreas. De ese porcentaje, una nacionalidad en particular no podría superar el 30% y ninguna persona física o jurídica extranjera podría acceder a la propiedad de más de mil hectáreas en el corazón agropecuario del país: la pampa húmeda.
Es de esperar que países vecinos y amigos como Uruguay o Brasil no pongan límites a las inversiones de argentinos en esas tierras, que se han multiplicado a partir del castigo a la producción que han significado los elevados impuestos a las exportaciones. Pero el punto central es cuál puede ser el problema de que la tierra pase a propiedad de un extranjero. Ninguno de ellos actuaría en forma muy diferente de un propietario local.
El mercado asigna los recursos escasos a sus usos más valiosos a partir del cálculo económico que se puede realizar en una economía monetaria gracias a la existencia de los precios. Un propietario de tierra en la Argentina y en cualquier lugar del mundo se plantea esta pregunta: ¿qué debo hacer con esta tierra? Se le presentan distintas alternativas. Supongamos que, dadas las condiciones naturales de esa tierra, sean las siguientes: sembrar soja, lino, trigo, cebada, maíz, girasol, arándanos, o criar vacas para carne, para tambo o caballos de polo.
Para determinar lo que va a hacer, el propietario evalúa los precios posibles de cada producto y sus costos de producirlos, y elegirá aquella actividad que le resulte más rentable. Esos precios, además, sin que el productor tenga que pensar en ello, han transmitido la información acerca de las preferencias de los consumidores y las ofertas de otros productores. Por ejemplo, pocos agricultores argentinos sabían mucho de lo que pasaba en China, donde la apertura económica al capitalismo generaba un aumento notable de los ingresos: empezaron a comer mucho más de lo que comían antes. Esto se tradujo en un aumento de la demanda de soja y el precio reflejó esa circunstancia; los productores respondieron con alta eficiencia.
¿Qué es lo que haría un propietario extranjero? Pues lo mismo. Es más: supongamos que John McIntire, escocés, es propietario de tierras en la Argentina. ¿Haría algo muy distinto que José Pérez, bisnieto de españoles, pero nacido y criado en Trenque Lauquen? Es más: supongamos que el Sr. McIntire solicita la ciudadanía argentina y la obtiene, por supuesto. ¿Qué cambiaría? Este país da la bienvenida a los extranjeros. Es más: a muchos de ellos los dejamos ocupar las tierras públicas urbanas, ¿por qué no podrían otros extranjeros comprar, no ya ocupar a la fuerza?
Aquí es, además, donde el "carácter internacional del capital" comienza a jugar a favor de las preocupaciones de quienes promueven este proyecto. Desde esos mismos sectores políticos se señala que el "capital no tiene bandera", etcétera. Pues bien, eso quiere decir que John McIntire va a tomar decisiones sobre su tierra igual que José Pérez; no va a tomar en cuenta los intereses nacionales de Escocia en su cálculo económico, lo que les podría generar alguna preocupación estratégica.
Dado el carácter abierto de la sociedad argentina, es probable incluso que Mr. McIntire termine disfrutando de los mejores asados, tomando mate y siguiendo a su club local favorito. De esta forma, lo sumamos, y él seguramente nos aportará su gaita, su música y su conocimiento de la destilación de un buen whisky.
Por último, en el caso de que el escocés le compre a Pérez, no sólo el recurso tierra seguirá administrado en forma muy parecida a la de antes, sino que, además, Pérez cuenta ahora con una suma de dinero importante, para la cual solamente tiene dos opciones: ahorrar/invertir o consumir. Si la consume, estaría haciendo lo que el Gobierno promueve. Si ahorra e invierte, nos estaría haciendo un favor a todos, ya que generaría mayor producción en alguna otra área y más puestos de trabajo.
Ahora, el propietario local que quiera o deba vender encontrará un precio menor, ya que los extranjeros quedan fuera del mercado y deberá contentarse con lo que estén dispuestos a pagar sólo los inversores locales. Si el número de compradores es menor, el precio también lo será.
El proyecto, además, clasifica a la tierra agrícola como un recurso "no renovable". ¿Qué quiere decir esto? Hay ciertos recursos cuya formación requiere un tiempo tan prolongado que, en la práctica, su oferta es tomada como fija. Tal el caso del petróleo. También se clasifican como no renovables los minerales, los metales y los depósitos de agua subterránea. ¿En qué sentido la tierra agrícola podría ser "no renovable", siendo que permite obtener cosechas o criar ganados año tras año? Lo único que podría imaginarse es que se realice una explotación tal que destruya las características de la tierra en forma irreversible. Esto suele suceder cuando se talan bosques, por ejemplo.
Un productor agrícola o ganadero, sin embargo, quiere y necesita volver a cosechar, por lo que tiene un fuerte incentivo a proteger la capacidad productiva del recurso. Si abusa de él, se perjudica a sí mismo. El valor de la tierra depende de los rendimientos futuros esperados. Si éstos caen por el maltrato, el valor de la propiedad cae en forma automática, como si fuera una multa directa por las malas decisiones. Porque tienen esto incentivos, los agricultores han ideado, y luego implementado, la labranza cero. Esta técnica de labranza, que reduce el daño ocasionado por el removido para eliminar malezas, y el desarrollo de productos químicos como el atacado glifosato, han reducido el impacto medido en unidades toxicológicas por unidad de superficie de 56,15 en 1985 a 0,74 en 2005, y la producción se ha duplicado en ese mismo período. Tomando en cuenta ese aumento, el impacto por unidad de producto se ha reducido 128 veces.
Es el incentivo generado por el derecho de propiedad el que lleva al productor a cuidar la tierra y a "renovar" su potencial productivo. Esto sucede incluso en el caso que la alquile a un pool de siembra. Este, si tiene un contrato de alquiler a corto plazo, puede no tener ese incentivo, pero lo tiene el propietario que alquila, ya que, si no cuida esto, al año siguiente el valor del alquiler será menor, pues el rendimiento esperado será más bajo. Es el derecho de propiedad el que convierte a la tierra en un recurso "renovable", y su ausencia, en uno "no renovable"; donde no hay propiedad, no hay nadie que quiera cuidarlo.
En fin, la tierra en propiedad privada es renovable, pero lamentablemente el nacionalismo también parece serlo. El uso de un recurso no cambia porque uno lo llame "tierra", otro lo llame "tierra", pero tenga otro pasaporte, otro lo llame terre , land , terra o ziemia .
© La Nacion El autor es profesor de Economía de la UBA e investigador de la fundación Libertad y Progreso

TEMAS QUE DEBERIAN INTERESAR - Pasan cosas raras en otros países

Jorge Fernández Díaz - LA NACION -Domingo 12 de junio de 2011
En un país lejano y exótico los periodistas de un diario descubrieron que el jefe de gabinete habría aumentado veinte veces su patrimonio en cuatro años y decidieron publicar la investigación. La opinión pública de esa nación extravagante se sintió conmovida y asqueada por el escándalo. Y la presidenta de la república, frente a las simples sospechas, en lugar de reaccionar como si se tratara de una delación o una mentira, le pidió la renuncia a su principal colaborador. Lo hizo sin escudarse detrás de la desestimación de un fiscal y sin reprocharles a los periodistas la denuncia, es decir, sin aseverar que el diario en el que trabajaban formaba parte de una conspiración destituyente o era el instrumento pérfido de una sinarquía internacional. La jefa de Estado tampoco les ordenó a propagandistas pagados por el erario para que desacreditaran a los denunciantes privados. Y más aún: los militantes de su propio partido terminaron aprobando que se limpiara de corrupción su gobierno para no manchar la causa y para seguir teniendo chances políticas y sociales.
Ese país disparatado y recóndito, que tan lejos se ubica de la Argentina, no queda en Africa ni en Asia. Queda acá nomás, y se llama Brasil. La presidenta es una tal Dilma Rousseff y no forma parte de la "derecha". El jefe de gabinete se llamaba Antonio Palocci y no era una pieza cualquiera: actuaba hasta ahora como el gran factotum político del gobierno del PT. Y el diario, finalmente, es Folha de S. Paulo, que vende 1.500.000 ejemplares y viene practicando el periodismo de investigación con gran solvencia durante muchas décadas y frente a distintos gobiernos. Cada una de las cualidades de esa sociedad verdaderamente democrática en la que intentamos mirarnos es una lección dolorosa para los argentinos.
Aquí los enriquecimientos del elenco oficial kirchnerista nunca importaron demasiado, cientos de causas con trapisondas y corrupciones permanecen en un limbo conveniente y amañado, cada vez que un periodista denuncia algo es ninguneado o tratado como golpista, y el cuerpo social deglute el asunto como si fuera información chatarra mientras espera la hora de Marcelo Tinelli.
En Brasil, por supuesto, la esgrima pública entre el gobierno y la prensa existe y durante la última campaña electoral fue muy ruidosa, pero nunca avanzó en terrenos punitivos. Lula se quejó dura y amargamente sobre la incomprensión mediática, y amenazó con una reforma de medios que luego, sin embargo, congeló. En una oportunidad, dijo que algunos periodistas "inventaban" informaciones. Inventar es una mala praxis que ningún periodista profesional serio puede consentir. Pero después dijo una frase que alguna vez pronunció Carlos Menem y que podrían repetir los kirchneristas: "Vamos a derrotar a algunos medios que se comportan como si fueran partidos políticos y no tienen el valor de decir que lo son y que tienen candidato". Un diario puede, como ocurre en Estados Unidos, declarar en un editorial su preferencia por un candidato, pero no puede embanderar la acción de su cuerpo profesional en esa preferencia. Si lo hace, está cometiendo otro pecado.
Cuando los enojos pasaron, Lula admitió que gracias a la libertad de prensa "llegué donde llegué" y agregó un concepto fundamental sobre la praxis periodística: "Si uno todos los días es favorable al gobierno, pierde credibilidad. Pero lo mismo ocurre si todos los días se es contrario. Los dos extremos son una necedad". Esa ecuanimidad fue despreciada en la Argentina semanas atrás por el mismísimo Aníbal Fernández.
La heredera de Lula dijo que jamás avanzaría sobre mecanismos de censura contra los medios gráficos. Y al asistir a la celebración de los 90 años de Folha de S. Paulo, el diario que acaba de denunciar a su funcionario, Dilma hizo una declaración de principios: "Una prensa libre, plural y de investigación es imprescindible para un país como el nuestro".
El otro día Daniel Filmus, con la ingenua intención de abonar a la idea de que los medios eran diabólicos para con los gobiernos populares de América latina, contaba lo que Lula le había revelado: el 75 por ciento de las notas aparecidas en la prensa escrita brasileña durante la campaña habían sido negativas. Filmus colegía que algo debía estar pasando porque el PT igualmente había ganado con comodidad. No está pasando, en realidad, nada novedoso. La idea de que los medios de comunicación son omnipotentes y que el ciudadano es estúpido y maleable parece ser la convicción de un gobierno que hizo su experiencia en un feudo provincial (Santa Cruz) y que en lugar de realizar una autocrítica por la última derrota electoral, sacó la conclusión de que los periodistas habíamos hipnotizado a las grandes mayorías. Los medios, especialmente la televisión, tienen influencia en el comportamiento social y cultural del ciudadano de a pie. Pero está históricamente demostrado que, cuando se trata de elegir en las urnas, los pueblos eligen según su conveniencia más íntima. De hecho y según casi todas las encuestas, es probable que este año la mayoría del pueblo vote por Cristina Fernández de Kirchner. Lo hará, equivocado o no, para premiar la economía y no por la "guerra cultural" de la que viven muchos propagandistas de Estado. Ninguno de ellos debería convalidar ni prestarse al descrédito sistemático de honestos periodistas de investigación que, como los de Folha de S. Paulo, todo lo que quieren hacer es limpiar la política y hacer periodismo.

Imágenes borrosas del Rincón del Tuyú

Cercada por agua, la zona fue testigo de la historia
Sábado 11 de junio de 2011 - Fernando Sánchez Zinny - LA NACION
"Rincón" se llamaba en nuestras campañas a cualquier porción de tierra rodeada por agua, mayormente si permitía mantener agrupada y a salvo a la hacienda, siendo los más conocidos el Rincón de López, sobre el Salado y el de las Gallinas, que es oriental, en el ángulo del Uruguay y el Negro, quedando un tercero, de denominación más reciente: el Rincón de Milberg.
Pero hay otro más que fue famoso y al que apenas si se lo reconoce como tal, convengamos; en efecto cumple con el requisito de estar casi cercado por agua o zonas inundables aunque, en realidad, jamás se lo utilizó para encerrar ganado y hasta su mismo nombre fue siempre impreciso: el Rincón de Ajó que es, también, el Rincón del Tuyú, designaciones corrientes a mediados del siglo XVIII y ambas de filiación guaranítica, lo que es bastante raro y acredita que fueron dados por intrusiones, seguramente de intentos misionales.
Si de Chascomús se buscaba el rumbo al mar, la vía más fácil era avanzar por la franja consolidada y libre de anegamientos que, poco más o menos, siguieron más tarde el ferrocarril y la ruta 2: el trayecto lleva a Mar del Plata, que no en balde se llama así pues es el mar que primero encontraba un viajero procedente de las riberas del Plata.
Porque hacia el Este de esa línea había -y hay, en buena parte- extensísimos cangrejales, zonas bajas, pantanos alternados con montes de talas y con otros del hoy casi extinto arbusto espinoso conocido como "curro", área cerrada hacia el Atlántico por un cordón de dunas tras el cual se abren playas inmensas, costa prácticamente inaccesible a la navegación.
Los caladeros más cercanos estaban sobre las costas asimismo desfavorables de la bahía de Samborombón: el del Tuyú (San Clemente), el de Ajó (Puerto General Lavalle) y el circunstancial de la Boca del Salado. Según es sabido, el gaucho, sin casa, sin familia, hombre que por ser de todos los pagos, en realidad no lo era de ninguno, se cansaba en ocasiones de su mala suerte y estrechez, y entonces escapaba, huía, se convertía en "gaucho alzado".
Lugar de fugitivos
La versión más popular de esto se halla en la triste experiencia de Fierro y Cruz en las tolderías; pero hubo otros muchos desdichados -o matreros, o gente que se había "desgraciado"- fugitivos en áreas más a mano pero igualmente de acceso arduo, como los prolongados guadales del Vallimanca o, justamente, ese rincón impreciso, al sur de Chascomús y al este de Dolores, donde hallaban refugio -entre muy escasos pobladores- aventureros, ermitaños, unitarios batidos en combate, perseguidos, gente de avería y con cuentas por pagar.
Entre ellos la tradición cuenta a Santos Vega, arquetipo del payador errante, de aquel que por llevar consigo el encanto de la canción no puede hacer nido en ningún lado. En el Tuyú habría vivido o acaso muerto, no se sabe si de pena tras su derrota en la verseada con el Diablo o bien a causa de que el propio Juan sin Ropa acudió hasta allí para humillarlo. Todo había concluido para él y de la rica tropilla de que había sido dueño sólo le quedaba un alazán tostado, su compañero en la soledad y el infortunio.
No es el único caballo famoso y fantasmal de la zona: el Partido de Tordillo (General Conesa) se llama así por uno tremendamente arisco al que nunca ningún criollo pudo pialar. Tal vez ande todavía hoy a las corridas y atropelladas por alguna de las diversas reservas que pretenden conservar la fauna y la vegetación originarias; se dice que en ellas subsisten venados. Puede ser; entretanto, lo que sí hay son pájaros, incontables pájaros, con su estruendo aunado en las mañanas.
Por ahí ha pasado la leyenda pero también la historia: los bloqueos brasileño y anglofrancés del Río de la Plata llevaron a que se usaran esos mínimos puertos de Samborombón. A la ría del Ajó llegaron, en tren de guerra, el desventurado Manuel Rico en 1839 y Mitre en 1874 y los dos reclutaron paisanos.
Hubo después saladeros y aunque parezca extraño, hacia 1885 ese fondeadero que hoy sólo recibe a contados pesqueros era el tercer puerto del país, después del de Buenos Aires y el del Rosario: se embarcaban allí pieles y lanas.
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TEMAS QUE DEBERÍAN INTERESAR Los Problemas de la Basura y una Posible Solución

Por Cristian Frers
Una posible solución a la gran cantidad de desechos producidos por el hombre son los rellenos sanitarios. El relleno sanitario es un método de disposición final, que confina los desechos en un área lo más estrecha posible, los cubre con capas de tierra y compacta diariamente para reducir drástica y significativamente su volumen.
Las formas de vida características de nuestro tiempo, dan lugar a la producción y acumulación de basura. Gran cantidad de productos de uso diario, llega a nuestros hogares, escuelas o lugares de trabajo. Existe una gran variedad de estos productos entre los cuales podemos encontrar latas, empaques, envolturas, botellas, objetos de vidrio, entre muchas otras cosas.
El incremento de la población y el consumo exagerado de objetos innecesarios desechados casi siempre en un periodo corto, acarrea la demanda cada vez mayor de bienes de consumo, muchos de los cuales se presentan envueltos en papel, plástico o cartón; a esto se suma la abundante propaganda y publicidad impresa en papel y repartida en la vía pública y que, casi siempre, es arrojada a la calle. El comercio, las escuelas y otras instituciones tiran diariamente enormes cantidades de papel. La proporción de los diferentes materiales varía pero en nuestros días siempre predominan el papel y los plásticos.
Existen varias ideas de lo que significa el concepto de basura, pero la mayoría de ellas coinciden en que se trata de todos los desechos mezclados que se producen como consecuencia de las actividades humanas, ya sean domésticas, industriales, comerciales o de servicios. También consideramos como basura los objetos de los que nos deshacemos porque dejaron de prestarnos utilidad, tales como: grabadoras, cámaras fotográficas, licuadoras, y mucho más que, de hecho no son basura, porque podrían ser usados nuevamente , en forma total o parcial.
Día a día, se aumenta la generación de desechos, ya sean gaseosos, sólidos o liquidos. La contaminación de los suelos puede ser un proceso irreversible y además tiene la desventaja propiedad de facilitar la introducción de tóxicos en la cadena alimentaria.
El manejo de los desechos sólidos se resume a un ciclo que comienza con su generación y acumulación temporal, continuando con su recolección, transporte y transferencia y termina con la acumulación final de los mismos. Es a partir de esta acumulación cuando comienzan los verdaderos problemas ecológicos, ya que los basureros se convierten en focos permanentes de contaminación.
Existen varias formas de acumulación, una de ellas es la de los basureros a cielo abierto. Cuando se tira la basura a cielo abierto, hay riesgos de enfermedades para la población debido a que comienzan a generarse vectores como ratones, moscas y otros tipos de plagas que transmiten enfermedades. Es decir que una de las consecuencias negativas de esta práctica tiene que ver con la salud de la población.
Los basureros causan problemas ambientales que afectan el suelo, el agua y el aire: la capa vegetal originaria de la zona desaparece, hay una erosión del suelo, contamina a la atmósfera con materiales inertes y microorganismos. Con el tiempo, alguna parte de ellos se irá descomponiendo y darán lugar a nuevos componentes químicos que provocarán la contaminación del medio, que provocarán que el suelo pierda muchas de sus propiedades originales.
Entre los fenómenos que causan los problemas ambientales está la mezcla de los residuos industriales con la basura en general., incluyendo a los dueños de pequeños de talleres, los les entregan sus desperdicios a los servicios municipales de recolección, donde son mezclados sin ninguna precaución con la basura doméstica y son transportados a basureros a cielo abierto. la industria, en cambio, gasta gran cantidad de energía y agua, sus procesos son lineales y producen muchos desechos por ejemplo, un frigorifico.
Se considera peligroso a cualquier desecho que sea inflamable, corrosivo, reactivo, tóxico, radioactivo, infeccioso, o mutagénico. Hay varias formas de reducir el impacto que todos estos fenómenos tienen. Se deben implantar tecnologías limpias, análogas a las de los productos naturales, que permitan seguir produciendo los satisfacciones necesarias para el hombre moderno, pero con un bajo costo ambiental.
Una posible solución son los rellenos sanitarios. Este sistema no es un vertedero de basura a cielo abierto, tampoco un enterramiento de desechos, mucho menos una incineración controlada. El relleno sanitario es un método de disposición final, que confina los desechos en un área lo más estrecha posible, los cubre con capas de tierra y compacta diariamente para reducir drástica y significativamente su volumen. El Centro de Ingeniería Sanitaria y Ciencias del Ambiente (Cepis) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lo declaran como el método de disposición final por excelencia, aquel que no representa ningún riesgo para la salud de la población. El único admisible, ya que minimiza la contaminación y el impacto negativo en el ambiente.
Este método consiste en transportar los residuos a una zona de tierra arcillosa e inundable y taparlos con una capa de tierra. Se necesita que la tierra sea arcillosa, porque si la tierra fuere permeable no evitaría el drenaje de líquidos - como la lluvia - arrastrando sustancias perjudiciales hacia las capas freáticas. De esta manera se contaminarían parte del agua potable - las aguas subterráneas representan más de la mitad -, y nos perjudicaría beberla. En un manto arcilloso, el agua tarda 20 años en atravesar 1 m. de arcilla. Quizás la tranquilidad por nuestra salud y el cuidado del medio ambiente, que esto nos produce sea un poco irresponsable; ya que le dejamos un futuro problema a la próxima generación. Si no hubiese arcilla, el gobierno debe disponer de capas de polietileno como aislante, antes de colocar los desechos.
Apenas se ubica la tierra, se la tapa con 15 cm. de tierra, sin la cual millones de cucarachas penetrarían en los residuos. De esta manera, sólo las bacterias necesarias los descompondrían.
Durante el proceso de putrefacción, la temperatura llega hasta 800c y se producen grandes proporciones de gas metano, que tiende a combustionar. Por ello, es muy importante que se ubiquen tubos, en el interior de la Tierra para que este gas se libere y no explote a esas temperaturas. Otro control obligatorio es para el agua de las capas subterráneas. Al gas se lo puede usar tanto como biogás, como combustible para transportes y como gas domiciliario.
Los residuos retienen aproximadamente 250 litros de agua por m2. El terreno baja un 20% a medida que se asientan y se descomponen los desechos. Una vez que los residuos llenaron el cupo inundable - lo normal es 6 m- se deben esperar 10 años para forestar la zona y para poder edificar hay que esperar 20 años.
Deben optimizarse los procesos, y minimizarse los volúmenes generados de residuos, el reciclado, el reuso de los residuos y el intercambio de desechos entre fábricas. Es indudable que el mantenimiento de un ambiente que permita proporcionar a la población una calidad de vida digna y saludable tiene un costo elevado, pero el gasto que esto conlleva, siempre será menor que el costo de poner en peligro el medio y la salud de la población.
Diferencias Entre un Basurero a Cielo Abierto y un Relleno Sanitario
Basurero a Cielo Abierto Relleno Sanitario

No existe planeación que anteceda Es un proyecto de ingeniería basado
a la utilización del sitio de en las normas oficiales argentinas
disposición final. vigentes en la materia.

No existen obras de control Sistema de captación de biogás:
Obras de control

sistema pozos de absorción de biogás.
captación de lixiviados: Drenajes perimetrales.
drenes captadores, cárcamo Cercado perimetral.
receptor, fosa de aireación Barrera de amortiguamiento.
y sistema de rebombeo.

Equipamiento deficiente o nulo.
Equipamiento especializado.
Camino de acceso.
Caseta de control.
Báscula de pesaje.
Cargadores de oruga.
Compactadores.
Posible contaminación del manto
Seguridad en la calidad de
freático por lixiviados los mantos freáticos

Proliferación de fauna nociva No existe fauna nociva
(ratas, moscas, etc.)
Incendios permanentes Se carece de incendios

* Cristian Frers.
Técnico Superior en Gestión Ambiental.
Técnico Superior en Comunicación Social.
Tte. Gral. Juan D. Peron 2049 7mo. 55
(C1040AAE) Ciudad Autónoma de Buenos Aires -EcoPortal.net
http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Basura_-_Residuos/Los_Problemas_de_la_Basura_y_una_Posible_Solucion

TEMAS QUE DEBERÌAN INTERESAR: Falacias de la inflación benigna

Juan J. Llach Para LA NACION Jueves 09 de junio de 2011
Al compás de la campaña electoral y de los buenos números de la economía, se ha ido gestando la teoría de que la alta inflación, lejos de ser dañina, es benigna al permitir aumentos del consumo, de la producción, de la recaudación fiscal, del gasto público, de los salarios, de los planes sociales y de las jubilaciones, y dejar a todo el mundo contento.
De ser cierta esta visión, estarían equivocados 183 de los 185 países del mundo que en 2010 se esforzaron por mantener la inflación por debajo del 20%, y, más aún, los 161 países que no permitieron que superara el 10%. Acertarían, en cambio, Afganistán y Venezuela, que estuvieron cerca del 20 y del 30%, respectivamente.
¿Y la Argentina? Aquí se ha vuelto riesgoso hablar de la inflación. No hace falta recurrir a odiosas defensas corporativas para preocuparse por el autoritarismo de sancionar a quienes procuran reemplazar los falaces números del Indec. Quienes lo hacen pasan por alto que las pocas provincias que todavía se animan a mediciones independientes muestran números muy superiores a los del Indec y semejantes a las estimaciones privadas; a saber, un 23,3% de aumento anual de los precios al consumidor hasta marzo o abril de este año. Es de esperar que las provincias no sean también sancionadas por eso. Otros indicadores del propio Indec muestran lo mismo; por ejemplo, el aumento del 28,1% anual del rubro "gastos generales" de la construcción, que representa un conjunto significativo de bienes y servicios.
Amén de considerar satisfactorio el comportamiento reciente de la economía pese a los aumentos de precios, los teóricos de la inflación benigna acercan otros dos argumentos. El primero es que nuestro país ya convivió sin mayores problemas durante unos treinta años con la "inflación latina", que promediaba un 25 o 30% anual.
La verdad es que, pese a algunos ciclos favorables, el crecimiento de la economía entre 1945 y 1974 estuvo lejos de ser brillante y sostenido. Pero no se dice, además, que si la inflación pudo mantenerse a raya hasta 1974 fue porque se intentaron en el camino cuatro planes importantes de estabilización, en 1952, 1959, 1967 y 1973, dos de ellos durante presidencias de Perón, que detestaba la inflación aunque no siempre actuara en consecuencia. Pese a los aciertos iniciales ninguno de estos cuatro planes pudo evitar que al tercer año la inflación volviera a subir. Pero sin estas políticas de estabilización la "megainflación", que se inició en 1975 y se mantuvo catorce años por encima del 100% anual, habría llegado mucho antes.
La otra línea argumental de la inflación benigna es cuestionar que sean los pobres quienes más se perjudican con ella por ser el impuesto inflacionario el más regresivo de los tributos. Ello sería así porque el incesante aumento del gasto público y de los programas sociales -tales como la bienvenida asignación por hijo o la sustancial ampliación del número de los jubilados- mitigaría o anularía el castigo a los más pobres.
Estudios recientes, sin embargo, muestran otras facetas. Así, un trabajo del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra, ligado a la CTA) subraya que el aumento de los salarios reales del conjunto de trabajadores se estancó desde 2007, aunque siguió vigente para los trabajadores registrados. Como consecuencia, la participación de los asalariados en el ingreso se encontraba en 2010 todavía por debajo de los primeros años de la década del 90. En fin, desde 2007 en adelante se estancó la sustancial reducción de la pobreza lograda hasta entonces, observándose en 2010 valores del 22,9% de la población para la pobreza y del 6,1% para la indigencia, más del doble de los estimados por el Indec.
Coinciden con estas apreciaciones, agregando valor, los resultados del último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA). Tal como en el estudio de Cifra, se observa en la mayoría de los indicadores económicos y sociales de los hogares una sustancial mejora entre 2004 y 2007 y un estancamiento o caída de allí a 2010.
Uno de los valores agregados por el ODSA es que permite conocer con mayor detalle lo ocurrido a los más pobres. Los indicadores relevados son muy diversos, pero aquí nos concentraremos en los vinculados al nivel de ingresos, a saber, la suficiencia del ingreso monetario mensual, la capacidad de ahorro, la necesidad de recortar gastos en atención de la salud y medicamentos o de postergar pagos de servicios, alquileres o cuotas hipotecarias, el déficit de ropa de abrigo y calzado y, en fin, el riesgo alimentario general. Desde 2007 en adelante, todos estos indicadores han empeorado para el promedio de la población, salvo el del ingreso mensual insuficiente. Para el 25% de la población de menores ingresos empeoraron todos los indicadores, sin excepciones y más intensamente que para el resto de la sociedad. Es cierto que desde 2007 hasta 2010 la economía creció la mitad, que se atravesó una crisis global sin precedente y que la creación de empleos fue menor. Pero es claro que la principal causa del deterioro de los ingresos, especialmente de los más pobres, ha sido la inflación. Una evidencia al respecto es que para el conjunto de la población relevada entre 2009 y 2010 empeoraron cinco de los siete indicadores, y para los más pobres seis de los siete, quedando a salvo sólo el riesgo alimentario general, que bajó levemente, aunque sin mejoras respecto de 2006. Esta caída de los ingresos reales al pasar de un año de recesión y despidos como 2009 a otro de clara recuperación como 2010 no puede explicarse, sino por la aceleración de la inflación.
Los precios al consumidor no parecen estar acelerándose, pero sí lo están haciendo los precios mayoristas, los costos de la construcción y los salarios, estos últimos en respuesta a una inflación de la que los trabajadores no son responsables y que perciben creciente, procurando aumentos preventivos. Todo esto no augura un buen futuro para el IPC, que tampoco se corregirá con el anunciado congelamiento. Además, como ocurre siempre en alta inflación, hay precios que se están retrasando, en especial los de la energía, y en menor medida, el tipo de cambio. Y si bien es cierto que la Argentina tiene hoy un marco externo propicio, que permite financiar estas distorsiones mediante subsidios, su duplicación en lo que va de 2011 muestra el riesgo de tal política.
El problema de inflación que enfrenta la Argentina es serio, y más preocupante aún por perjudicar más a los pobres, pero puede resolverse. Por ello no deja de sorprender la pertinaz actitud del Gobierno de negar la realidad y sortear así también su cura. Siempre hay excusas: en 2008 porque subían las commodities ; en 2009 porque estaban la crisis global y el año electoral ; en 2010 habrá sido por el Bicentenario, y en 2011 porque hay elección presidencial. También se esgrime como prueba de la benignidad y para justificar la inacción el hecho de que la sociedad no le otorga prioridad a este problema en las encuestas y, ya se sabe, se gobierna para ellas, aquí y en otros lados. La gente no está obligada a conocer los riesgos de estas políticas y, en el entramado de las excusas y las encuestas, se la amenaza con el fantasma de que estabilizar es igual a caer en recesión, lo que es falso como lo prueban numerosos casos en nuestro propio continente. Lo que hay es una opción por las conveniencias de corto plazo y un descuido temerario por los costos que ya están pagando los más pobres y se extenderán luego a la sociedad, salvo que se reaccione a tiempo. © La Nacion
El autor es economista y sociólogo. Fue ministro de Educación de la Nación

TEMAS QUE DEBERÌAN INTERESAR La necesaria alternancia en el poder

En la historia abundan los ejemplos trágicos de regímenes que intentaron perpetuar en el tiempo su autoritarismo
Lunes 26 de octubre de 2009
Se ha dicho muchísimas veces que la alternancia periódica de los diferentes partidos o sectores políticos en el ejercicio del poder es uno de los componentes fundamentales de cualquier sistema de gobierno de auténtica filiación democrática. No obstante, en numerosos países (la Argentina, entre ellos) se sigue creyendo, erróneamente, que los países pueden vivir de espaldas a ese principio insoslayable.
La experiencia histórica mundial ha demostrado con absoluta claridad que el único camino para asegurar el desarrollo, la estabilidad y la supervivencia de un sistema político-institucional es el que asegura la existencia de dos o más fuerzas partidarias de signo diferente que sean capaces de alternarse en el ejercicio del gobierno y que compartan de manera natural los proyectos y objetivos estratégicos de largo plazo propios de la comunidad nacional a la que pertenecen. Esa alternancia -hay que tenerlo en cuenta- sólo estará realmente garantizada en aquellas sociedades que la hayan asumido como un rasgo natural de su cultura ciudadana o política.
En la tradición de la vida pública hispa-noamericana, tan identificada con el deprimente fenómeno del caudillismo personalista, sigue siendo difícil la convivencia entre fuerzas políticas adversas o diferentes que sepan construir y desarrollar, sin embargo, un auténtico sistema de rotación en el ejercicio del poder. En las naciones de raíz anglosajona, en cambio, como nadie ignora, los sistemas bipartidarios que se basan en un ejercicio rotativo del poder han sido consagrados por una firme tradición cultural, en la mayoría de los casos con resultados altamente fecundos.
La mejor enseñanza, en ese sentido, ha sido sin duda la que nos legó en el siglo XX la Europa de posguerra, que en los años posteriores a 1945 encontró el camino hacia su completa reconstrucción política y espiritual merced al pensamiento luminoso y a la conducción visionaria de un puñado de líderes y predicadores incansables de la convivencia y la alternancia política, como fueron, entre otros, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Robert Schuman.
Sobran los ejemplos demostrativos del destino trágico que la historia les reservó, en cambio, a los regímenes que intentaron perpetuar en el tiempo su estilo autoritario o su identificación con las funestas concepciones del pensamiento único y del absolutismo doctrinario.
Estas reflexiones pueden parecer excesivamente abstractas e irremisiblemente teóricas, pero si observamos las concretas experiencias políticas que el mundo nos ha permitido conocer a lo largo de las últimas décadas, no resultará seguramente ocioso un análisis que tome en cuenta las diferentes opciones que se abren para los pueblos de América latina en función de una lectura atenta de sus comportamientos históricos y sus evoluciones culturales.
En momentos en que nuestro país padece las consecuencias de una gestión de gobierno comprometida con un propósito obstinado y solitario de perpetuación en el poder, no está de más que formulemos en la Argentina un enérgico llamado al desarrollo de un diálogo interpartidario que aliente las hipótesis más positivas y generosas de alternancia en el poder.
Las últimas elecciones de renovación parlamentaria dejaron trasuntar un implícito mensaje de la ciudadanía en favor de concepciones y acuerdos tendientes a superar el aislamiento y la soledad de las principales fuerzas del espectro político nacional.
Todavía están a tiempo el oficialismo y la oposición de construir un escenario en el que los argentinos nos descubramos a nosotros mismos como los protagonistas y forjadores de un futuro abierto a la esperanza y a ideales compartidos. Es decir, abierto a un destino en el que la vocación de diálogo y el pluralismo democrático sean más fuertes que el egoísmo y la avaricia que genera el poder.
http://www.lanacion.com.ar/1190512-la-necesaria-alternancia-en-el-poder

TEMAS QUE DEBERÍAN INTERESAR ¿Se instala el narcotráfico en la Argentina?

Domingo 27 de febrero de 2005 Joaquín Morales Solá
Probablemente, la Argentina le haya dicho adiós, en la tarde ardiente del viernes, al innoble default; le seguirá pesando, con todo, el irresponsable endeudamiento de una década. El fin de aquella barrabasada será obra del Presidente y de su ministro de Economía. La competencia entre ellos sería una contienda absurda. Nada hubiera hecho el uno sin el otro.
¿Acaso en esas mismas horas se constató que el país entró en el brutal circuito del narcotráfico internacional? Las dos cosas son posibles, y ambas se refieren a un Estado gobernado durante demasiado tiempo por una estirpe indolente y remolona. El trasiego de drogas desnudó otra comprobación: el vacío institucional puede llenarse fácilmente con tifones de odios personales.
El tráfico de drogas es un estigma demasiado inmenso y definitivo como para manejarlo a la bartola. ¿Significa esto que el Estado es inocente? Significa, en todo caso, que hasta los perros del Estado han perdido el olfato. ¿Por qué ladraron los perros de Barajas y ni se inmutaron los impotentes mastines de Ezeiza?
La Argentina tiene un problema grave y no sabe cómo resolverlo: el narcotráfico, perseguido sistemáticamente en los tradicionales países productores de drogas, está eligiendo puertos y aeropuertos alternativos de embarque. Buenos Aires es uno de ellos.
La causa judicial ha constatado que más de 350 valijas sin pasajeros reales podrían haber viajado por la empresa Southern Winds. Los métodos eran varios: algunas viajaban sin pasajeros, otras se las adosaban a la tripulación y el resto a pasajeros que no llevaban muchos bártulos. Lo más sorprendente es que un rígido manual interno de la empresa sobre el embarque de equipaje era violado por simples e-mails que se cruzaban entre gerentes. El juez Carlos Liporace se está demorando demasiado en la incautación de esa documentación de la empresa. Puede desaparecer.
Es posible que ninguna prueba inculpe personalmente por ahora a los Maggio. Convengamos, sin embargo, que son una nulidad absoluta controlando empresas. También hubo ocultación de información al propio Estado del que recibían importantes subsidios.
Si es cierto que la Secretaría de Transporte nunca tuvo información sobre el tráfico de drogas, ¿cómo se explica que la empresa no le haya dicho nada después de instruir un sumario interno y de abrir una causa judicial sobre el envío de 60 kilos de cocaína en uno de sus aviones?
Julio De Vido y Ricardo Jaime aseguraron que nunca fueron al Congreso a pedir por la prórroga de los subsidios a SW. Sin embargo, el subsecretario de Transporte, Ricardo Cirielli, firmó esa prórroga de los subsidios en octubre último, cuando ya se había concretado el contrabando y existía el sumario interno.
La concentración del poder en pocas manos en la administración Kirchner, sobre todo en las que tienen relación con las empresas, convierte en zares a funcionarios de segunda línea. Hubo funcionarios que hicieron gestiones ante una empresa en nombre de otra empresa. Hubo cercanías promiscuas, en otros casos, entre funcionarios y empresas. Kirchner los defiende, aunque el viernes aceptó que no me temblará la mano para echarlos en el acto con un solo dato concreto.
Aníbal Fernández debería, como el brigadier Carlos Rohde, aceptar que cometió un grave error. No le dio significación a un tráfico que contenía, en un solo envío, un cuarto del total de la droga incautada durante todo el año 2004. Ese desvarío informativo no despeja la certeza de que los primeros responsables del tráfico fueron la Policía Aeronáutica y la policía aduanera; esta última tiene su propio servicio de inteligencia sobre drogas peligrosas en Ezeiza.
Rohde no tenía otro destino que volver a casa. Pero es hora de que acaben las amplias purgas en las conducciones militares. El Presidente debe reinstalar el sistema de sumarios internos en las Fuerzas Armadas, para que las sospechas sean probadas y los sospechados cuenten con el innegable derecho a la defensa.
Hay otras noticias de pasmo. El matrimonio español detenido en Cádiz con 16 kilos de cocaína, pasajeros frecuentes de SW entre Buenos Aires y Madrid, abandonó el aeropuerto de Ezeiza el 5 de diciembre último. Tenía pedido de captura internacional desde 1995. Uno de ellos usaba dos pasaportes españoles con diferentes numeraciones (uno para viajar a los Estados Unidos y otro para ir a Europa). Ni Migraciones ni la inteligencia aduanera argentinas sospecharon nunca nada. La inteligencia es ya una simple jactancia en el Estado argentino.
En el patio de Ezeiza donde se escanean las valijas que viajan en las bodegas de los aviones había (quizá ya no esté) un scanner con casi 20 años de antigüedad, incapaz de ver la excursión de un elefante. Convivía con scanners de última generación. ¿Para qué había un scanner paralítico y derrotado en Ezeiza, que Liporace lo vio?
Todo debe decirse. El caso ha disparado también llamaradas de rencor. No hay ninguna prueba, en la investigación judicial, que comprometa a ningún funcionario argentino con el tráfico de drogas. Y es también injusto ventilar los lazos familiares de una azafata de SW, sorprendida con drogas, con el juez de la Corte Suprema de Justicia Juan Carlos Maqueda. Se trata de una sobrina en segundo grado que el juez ni siquiera conocía. ¿Qué relación puede haber entre una cosa y la otra?
En la causa judicial no hay ningún párrafo que comprometa al embajador argentino en Madrid, Carlos Bettini. La Guardia Civil española simplemente le preguntó a un empleado de la embajada argentina si estaban esperando equipajes de un vuelo de Southern Winds. Le contestaron que no. Nadie dijo nada más. El hecho se produjo en un tiempo de transición, cuando ya se había ido el anterior embajador, Abel Posse, y Bettini no había llegado aún. Bettini asegura que nunca vio ni habló con los Maggio. ¿Por qué seguir mencionándolo entonces en semejante escándalo?
Kirchner detesta cualquier vinculación que se haga de su gobierno con el desenfreno de las drogas. Sabe que una sospecha de esa magnitud lo condenaría al ostracismo en el mundo. El poderoso secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld, llegará al país en las próximas semanas. Y Kirchner espera verse con Bush dentro de poco, antes de noviembre. Por esto -o por sus propios enfados personales-, el Presidente canceló un viaje que tenía en estudio a La Habana; posiblemente irá sólo su esposa.
El contrato básico de su gobierno con Washington consiste precisamente en que la administración del actual presidente -irreverente en política exterior- sería implacable aquí con el terrorismo, el lavado de dinero y el narcotráfico. Y una de las famas de Kirchner es la de insobornable cumplidor de sus pactos.
Debería, por lo tanto, movilizar al Congreso. En una reciente reunión de un organismo multilateral sobre terrorismo y lavado de dinero, que se realizó en España, las críticas a la Argentina fueron muy severas. El Congreso remolonea para aprobar un tratado de las Naciones Unidas sobre esas cuestiones y tampoco le dio sanción a un proyecto de ley perfectible sobre tales casos. La advertencia fue también dura: el país podría ser expulsado del organismo y sus transacciones financieras serían calificadas de "sospechosas".
Kirchner y Lavagna han sacado al país del default. El Presidente debe salvar ahora a la Argentina de un destino probable en la ciénaga del narcotráfico.
http://www.lanacion.com.ar/683166-se-instala-el-narcotrafico-en-la-argentina

Clientelismo político en Argentina se acentúa con aumento pobreza

Buenos Aires, 5 oct (EFE).- El clientelismo político es una práctica "histórica y sistemática" en Argentina, pero se ha acentuado en los últimos años al calor del fuerte incremento de la pobreza y la indigencia, coincidieron hoy destacados analistas
A falta de 18 días para las elecciones legislativas, el gobernante Partido Justicialista (PJ) quedó en el centro de las sospechas después de conocerse denuncias sobre una supuesta compra de votos por medio de la entrega de electrodomésticos y subsidios a los sectores más humildes de la población
Las imputaciones involucran a los dos sectores del PJ que se enfrentarán en la provincia de Buenos Aires, el que responde al presidente argentino, Néstor Kirchner, y el encabezado por su antecesor en el cargo y antiguo aliado, Eduardo Duhalde (2002-2003)
Para el analista Roberto Bacman, el "clientelismo político se ha profundizado en los últimos años con el aumento de los índices de pobreza"
"Es la triste realidad de un país que tiene un 70 por ciento de habitantes de clase baja, cuando hace diez años este indicador era del 50 por ciento", comentó a EFE
Bacman, director del Centro de Estudios de la Opinión Pública, indicó que otro de los factores que favorecen estas prácticas es la "desaparición del anclaje político" y la instalación del "pragmatismo"
"Entonces, si me regalan un electrodoméstico, lo tomo y después veré a quién voto", explicó
En la misma línea se pronunció Sergio Berensztein, del Centro de Estudios Políticos Poliarquía, quien opinó que estos métodos demuestran que "la gente está cada vez más alejada de la política"
El sociólogo Rosendo Fraga, que dirige el Centro de Estudios Nueva Mayoría, dijo que con el 38,5 por ciento de la población bajo el nivel de pobreza y el 13,6 por ciento de indigentes -según las últimas estadísticas oficiales- aumenta "sensiblemente el clientelismo político"
La polémica se desató en septiembre pasado, cuando un diputado afín a Duhalde denunció que el Gobierno de Kirchner "entregaba electrodomésticos a cambio de votos" en la provincia de Buenos Aires
El diario La Nación retomó el martes el tema y aludió además a denuncias según las cuales desde el Senado provincial bonaerense, controlado por el "duhaldismo", se entregaron cheques por entre 100 y 170 dólares a habitantes de barrios de las afueras de Buenos Aires
Fuentes del Senado explicaron que la entrega directa de estos subsidios está contemplada en una ley, aunque dijeron que esta práctica es habitual e independiente de las elecciones
El Gobierno salió rápidamente a rechazar las denuncias. "Yo no conozco ninguna, pero si supiera algo, lo denunciaría" a la Justicia, aseguró Kirchner
El ministro del Interior, Aníbal Fernández, las calificó de "impensadas e inviables" y sostuvo que responden a un intento "desesperado" por "conseguir la atención del electorado"
Además, consideró que las denuncias son una "tontería fenomenal" y apuntó que quienes las hacen "deben recurrir a la Justicia"
Hilda González, esposa de Duhalde y primera candidata a senadora por el PJ en la provincia de Buenos Aires, pidió que no involucren a su sector en "acciones de esta naturaleza", después de considerar "una vergüenza" que los legisladores puedan disponer de subsidios y entregarlos a la población
Desde la oposición se lanzaron toda clase de críticas hacia estas supuestas prácticas de clientelismo político
La candidata a diputada por Unión por Todos, Patricia Bullrich, aseguró hoy que el Gobierno "también hace clientelismo político" en la capital del país en favor de su primer postulante a un escaño en la cámara baja, el canciller Rafael Bielsa
El ex ministro de Economía Ricardo López Murphy, postulante de la centroderecha a senador por la provincia de Buenos Aires, consideró "indignante" esta práctica
"Ahora le dan electrodomésticos a gente que no tiene para comer, pero mañana le darán la espalda", opinó en sintonía con su colega de la Unión Cívica Radical Luis Brandoni
El partido Alternativa para una República Igualitaria (ARI), de centroizquierda, pidió que la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, hermana del presidente argentino, explique en el Parlamento las razones de la distribución de electrodomésticos en hogares pobres del Gran Buenos Aires. EFE
http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?breve2013

Política y Demagogia

El político es y deberá ser siempre el humano que ante el llamado insonoro de las necesidades públicas de la ciudadanía, responderá con comprometida solidaridad ante la problemática imperante de su época y las circunstancias de su pueblo ...

La política es aquella actividad que se refiere a la vida colectiva de los grupos de hombres organizados por la civilización, cuya orientación, administración, cuya orientación, administración de derechos y demás actividades tales como las artes, las ciencia, la enseñanza, la defensa nacional y la aplicación de la justicia, son ejercidas con prudencial sabiduría por los políticos en bien de la sociedad en general.
El político es y deberá ser siempre el hombre que ante el llamado insonoro de las necesidades públicas de la ciudadanía, responderá con comprometida solidaridad ante la problemática imperante de su época y las circunstancias de su pueblo, concibiendo fórmulas ideológica, jurídicas, planes socio-económicos y tecnológicos así como urbanísticos que por medio de la administración pública le sea permitido aliviar los males de su pueblo, gestionando la dación de leyes, normas y partidas presupuestales que determinen la realización y consecución de los cambios necesarios en el ordenamiento social de tal manera que beneficien a las mayorías sin detrimento del derecho justo de las minorías.
Mientras el místico está al servicio de lo Dios buscando la armonía humana, el político está al servicio de su pueblo tratando de conseguir la solución de sus problemas sociales.
Muy comúnmente se confunde al político con el demagogo y a la política con la demagogia. Es también verdad que muchas veces el político tiene mucho de demagogo y el demagogo mucho de político, pero es indispensable que aprendamos a diferenciar las características de cada uno de ellos.
La demagogia ha sido siempre el intrincado arte de los caudillos (demagogos) que tratan de gobernar por la dominación tiránica ejerciendo el poder caprichosa, imprudente y temerariamente, sin prever las funestas consecuencias que su administración deparará a sus gobernados. Unas veces impulsado por confusos sentimientos políticos y otras veces precipitado por sus voraces ambiciones de poder, el demagogo es y será siempre aquel que –prometiendo imposibles realizaciones y que ofreciendo reivindicaciones vengativas- despierta la conciencia pasional de las masas para hacerse al apoyo popular como medio de obtención del poder político, pero que una vez ubicado en su ansiada meta, ejercerá su voluntad con despótico absolutismo, oprimiendo y atropellando el derecho tanto de las mayorías como de las minoría Hay demagogias y demagogos tanto de izquierda como de derecha. Los unos conquistando la voluntad complicitaria de las mayoría y los otros la de las minorías para el logro de los mismos fines, pero por diferentes vías de acceso.
Mientras que el político jamás alcanzará ni ejercerá el poder gubernamental sin la voluntad la participación permanente y soberana de sus gobernados el demagogo siempre llegará a lograr el poder con engaños, emulaciones y por la fuerza de la violencia, sin dejar participar realmente a su pueblo aún cuando predique supuestas participaciones consignada a comprometidos colaboradores.
Si el político alcanza a lograr el poder, ejercerá su gobierno bajo el imperio del respeto de los derecho humanos, mientras que el demagogo siempre gobernará bajo el imperio del temor a la libre expresión, reunión o acción.
Mientras el político mantendrá una tolerancia elástica para las discrepancias ideológicas el demagogo será dogmático y absolutista, nadie más que él será portador del conocimiento cierto de que es lo que le conviene o no a su pueblo.
El mandato de un político se planificará siempre con miras a proporcionar a las mayorías lo que las minorías han logrado, sin detrimento del derecho de estos últimos. El demagogo buscará el desquite vindicativo y distributivo de lo logrado por las minorías, en su incapacidad de ayudar a evolucionar a la mayorías.
La demagogia es madre espiritual del anarquismo, porque engendra la codicia del poder a base de debilitar y destruir las estructuras del derecho y la justicia de la ética humana. La demagogia es fiel y constante aliada del anarquismo en su etapa inicial pero al cimentar su poder, comprendiendo el peligro que representa este su instrumento principal, tratará por todos los medio de aniquilarla de entre las conciencias de sus esbirros.
Si antes el demagogo (y la demagogia) sólo disponían de la fuerza de la violencia y la vulgar falsía de sus promesas, hoy, con la instrucción masiva ha evolucionado hasta lograr crear sutiles doctrinas con el uso paradójico de la “demagogia filosófica”, confundiendo el raciocinio de las mentes, conquistando sus ingenuas conciencias con promesas utópicas, convencionales o transitorias, hasta adjudicarse el poder. Esta estruendosa y cruel lucha que libran sobre el lomo de la tierra, desde los tiempos y, las conciencias, los principios generatrices del bien y del mal, ha escrito páginas gloriosas de la gesta libertaria de la humanidad, como también han manchado con sanguinolentos borrones ignominiosas etapas de nuestra existencia.
Ante esta caótica situación de nuestro mundo corresponde a los ciudadanos el derecho y la posibilidad de modificar el curso de los acontecimiento. Para ello es imprescindible que se cultiven los valores del civismo patrio, porque deben los gobernantes y ciudadanos dejar su legado a las generaciones venideras de un pasado ético que los dignifique y no un lastre delictivo que los avergüence.
Shikry Gama, el primer Civístico-(1974)
http://politicaydemagogia.blogspot.com/

La apuesta occidental por un liberalismo ético, social y sostenible

por Alexandre Muns
A pesar de que algunas economías europeas -especialmente Alemania- han recuperado la senda del crecimiento durante 2010, la mayor parte del continente sigue padeciendo los efectos de la Gran Recesión. La recuperación es lenta, desigual e incierta. Los niveles de paro se mantienen altos. Después de adoptar paquetes de estímulo fiscal keynesianos para fomentar la demanda a finales de 2008 e inicios de 2009, desde la primavera de 2010 se ha impuesto la austeridad en la mayoría de países europeos.
Ciertamente tendencias estructurales -envejecimiento de la población, sostenibilidad a largo plazo de los sistemas de pensiones y de cobertura médica universal- combinados con los déficits acumulados por la actuación anticíclica de los gobiernos y las consiguientes exigencias de los mercados financieros exigen dosis de austeridad. Pero las economías europeas no sentarán las bases de un crecimiento vigoroso, sostenible y capaz de generar empleo y reducir sustancialmente el paro sin reformas estructurales que aumenten su competitividad y apuesten aún más por sectores de la nueva economía.

España, junto con otros países, ha fomentado con gran éxito las energías renovables en los últimos años. Somos el primer inversor en energías renovables en EE.UU., líder mundial en capacidad termosolar instalada y cuarto país en capacidad eólica instalada. Iberdrola, Abengoa, Gamesa, Endesa, Unión Fenosa, Acciona, Isofotón y otras multinacionales españolas del sector energético están construyendo desde hace años algunos de los parques eólicos y solares más importantes del mundo.
Contamos también con multinacionales potentes en muchos otros sectores: banca, hoteles, construcción y gestión de infraestructuras de transporte, tecnologías de la información, telecomunicaciones y biomedicina. Sin embargo, necesitamos más inversión en dichos sectores y otros para aumentar el número de “campeones” españoles que generen más empleo en nuestro país y disminuyan nuestra dependencia del sector turístico y la construcción. Diversificar una economía como la española que durante décadas ha tenido un modelo de crecimiento basado en la construcción, turismo, servicios de poco valor añadido y consumo interno excesivo no es una tarea fácil. Exige voluntad de consenso entre las administraciones públicas nacionales, autonómicas y locales, sindicatos, patronal, sociedad civil, ONGs y otros colectivos. Tal vez un ¨Pacto de la Moncloa¨ para aumentar nuestra competitividad.
Hará falta una gran dosis de pedagogía política y liderazgo para conseguir convencer a la población europea que acepte una austeridad razonable y bien distribuida entre generaciones. Que las familias y los países no intenten vivir más allá de sus posibilidades; que se liberalicen mercados de trabajo y de productos; y se racionalicen sistemas de días festivos y jornadas laborales. Los beneficios de la liberalización no se notarán en los próximos meses, periodo durante el cual aún se debe pagar la factura de los excesos inmobiliarios y de consumo de los últimos lustros.
La única alternativa
Un verdadero programa que apueste por un liberalismo ético, social y sostenible no dejará satisfecho a muchos colectivos. Pero no tenemos otra alternativa. El envejecimiento de la población y la pérdida de competitividad obligan a retrasar edades de jubilación (especialmente en Italia, Francia y Grecia), flexibilizar los mercados de trabajo (países mediterráneos) y recortar prestaciones sociales excesivamente generosas. Trabajadores, funcionarios y estudiantes continuarán saliendo a la calle para expresar su malestar. Los mercados financieros seguirán apostando de manera especulativa sobre la capacidad de regeneración de nuestras economías. Es injusto y escandaloso que las mismas instituciones de calificación de riesgo, bancos de inversión y otras instituciones financieras privadas que promovieron burbujas especulativas ahora libren un pulso a los gobiernos y les dicten medidas de austeridad. Pero si Europa quiere mantener sus conquistas sociales, debe asumir la necesidad de profundas reformas. No porque lo exijan los mercados financieros; sino porque es la única manera de generar prosperidad y mantener así una parte sustancial de los progresos del Estado de bienestar.
En ¨Conversaciones con Marx: Diálogos en torno a un liberalismo ético¨, rechazo propuestas ideológicas populistas basadas en restringir libertades políticas y económicas y apuesto por un liberalismo más ético, social y sostenible.
Los 3.000 millones de nuevos capitalistas de los mercados emergentes -los BRICs- desean consumir aún más. A pesar de la modernización de China e India, cientos de millones de chinos e indios siguen viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Europa debe encontrar su sitio en la nueva economía multipolar, en la que los países en vías de desarrollo y emergentes generan ya más del 40% del PIB mundial. Los BRICs y los otros países emergentes sólo aceptarán estructuras eficientes de gobernanza global y estándares laborales y medioambientales adecuados si las economías occidentales tradicionales (UE, EE.UU., Canadá, Oceanía) coordinan una regulación eficaz de sus mercados financieros, evitan el proteccionismo y las depreciaciones competitivas y eliminan sus barreras comerciales (especialmente en agricultura en los casos de la UE y EE.UU.). Unas economías occidentales liberalizadas, reguladas éticamente y con capacidad de crecer de manera ecológicamente sostenible tendrán la fuerza y la credibilidad para exigir comportamientos iguales a las economías emergentes.
El mundo occidental debe apostar por un liberalismo ético, social y sostenible no únicamente porque sea la forma correcta de actuar. Sino porque así ofrecerá un modelo atractivo que el mundo emergente deseará también adoptar sin necesidad de ninguna imposición.
Alexandre Muns Rubiol.
Profesor de Integración Europea e Instituciones Económicas Internacionales.
Escola Superior de Comerç Internacional. Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
Autor del libro “Conversaciones con Marx: Diálogos en torno a un liberalismo ético”. Ed. Aresta. ISBN: 9788493724405.
http://www.revistalafactoria.eu/articulo.php?id=634
enero-febrero 2011

TEMAS QUE DEBERÍAN INTERESAR Una mayoría aún sin voz

Santiago Kovadloff Para LA NACION Miércoles 01 de junio de 2011
Es un hecho: la República se tambalea, pero ni los propósitos ni las conductas del populismo son denunciados con la claridad y la firmeza necesarias. Los opositores invierten más tiempo en hablar de las propias virtudes y en denostar al competidor que en denunciar los riesgos que corre el sistema.
Claridad y firmeza no sólo implican energía y transparencia. Implican, además y ante todo, aptitud persuasiva, coraje y lucidez unidos al poder de comunicación. No otra cosa demanda el desperdigado sector mayoritario de nuestra sociedad. Por eso es Moyano y no sus adversarios quien de veras preocupa al Gobierno. Es el único que, por el momento, condiciona la avidez de sus aspiraciones. La vía extorsiva, sin embargo, no puede ser el camino legítimo para disputarle al oficialismo la conducción del país. Una vía, dígase de paso, por la que el oficialismo no vacila en transitar cuando lo cree necesario.
Quien aspire a alcanzar, en nombre de la oposición, la presidencia de la República debería tomar muy en cuenta lo que ha escrito Susana Viau y disponerse a "caracterizar con menos miramientos al gobierno de Cristina Fernández, denunciar la corrupción, fustigar los desbordes cesaristas y alertar acerca de sus ya insinuadas intenciones de perpetuación; sólo la inminencia de una aventura autoritaria legitimaría la construcción de una gran alianza opositora". Todo ello sin olvidar esa franja más que dilatada de trabajadores que, por no integrar las compactas filas camioneras, se ve privada de los beneficios que Moyano sabe recaudar para los suyos. Esa brutal asimetría ha generado descontentos que todavía no encuentran representación entre los opositores de algún relieve.
El juego pendular desplegado por los coqueteos cristinistas (me voy, me quedo, me voy) no puede confundir sino a los distraídos. Unicamente ellos son capaces de creer que la Presidenta se entretiene deshojando la margarita. Por supuesto, su psicopatología podría marcarle algún límite. Pero no su ambición.
¿Hasta cuándo se subestimará a los voceros del oficialismo que invocan la necesidad de que la Presidenta encuentre el recurso "legal" que le permita perpetuarse en el poder, como lo hacen siempre que pueden sus aliados provinciales? Es, la de esos voceros, una propuesta que lo dice todo acerca de la lógica que vertebra el propósito primario de quienes promueven "el modelo" y se ufanan de ser populistas. El desborde frecuente en el que incurren brinda demasiada transparencia a lo que el tacto aconsejaría presentar por el momento con mayor discreción. Esa franqueza descarnada siembra el espanto en la clase media, a la que, por otra parte, la Presidenta se propone seducir para ganar más espacio electoral. Los gestos medidos que hace suyos se quieren indicio de un espíritu conciliador y tratan de hacer naufragar en el olvido y en el festival del consumo las amargas enseñanzas suministradas por las promesas de diálogo y mayor institucionalidad hechas en 2007 y que el viento se llevó.
La oposición, por su parte, lo será el día en que, como ha dicho Jorge Fernández Díaz, sepa a qué oponerse. Es decir, el día en que los opositores tengan una causa y dejen de vivir consagrados a los preciosismos ideológicos y a la descalificación recíproca mientras arde el edificio al que todos quieren ingresar. Esa causa, frente a las banderas de un populismo que se postula como "vía nacional", no puede ser otra que la democrática. Una causa que tendrá la consistencia que logre imprimirle la denuncia frontal del delito y la demagogia. Una causa que vuelva a animar el fervor por los principios que el Gobierno siempre despreció. Una causa que sepa oponerse al envilecimiento del Estado. A un poder que nunca ocultó su desdén por los partidos políticos y concibe a la República como una cáscara vacía. A un poder que asegura no tener nada que aprender del pensamiento disidente al que, por lo demás, considera senil. A un poder al que le repugnan los controles sobre su gestión. A un poder que no admite adversarios. A un poder para el cual la pobreza es un recurso político y el narcotráfico un delito sin trascendencia. A un poder que tergiversa los índices económicos y persigue implacablemente a quienes lo hacen evidente. Que no promueve la libertad sindical. Que destruye el federalismo y busca inscribir en el vasallaje a las provincias para consolidar su centralismo despótico.
El dirigente que sepa enunciar estas verdades con la fuerza del compromiso emocional, la claridad expresiva indispensable y el espíritu esperanzado de quien se siente capaz de transformar lo que parece irremediable despertará otra vez el entusiasmo cívico, ese que se pronunció en 2008 y buscó hacerse oír nuevamente en 2009.
No se trata de proceder como el Gobierno y hacer redoblar los tambores que inciten a la resurrección de un pasado mítico. Ese pasado no existe para quienes buscan la república. Se trata, en cambio, de multiplicar la conciencia que ya tantos tienen de que hay que levantar la hipoteca que se está contrayendo con el porvenir. Ello, claro, siempre que se aspire a dejar de ser una democracia espectral. Siempre que se aspire a desplazar la política del terreno en el que hoy agoniza el pluralismo. Siempre que importe aproximarse a la modernización indispensable, a ese empeño en la ley que hace ya tanto se dejó de practicar en la Argentina y que es indisociable de la educación, el orden y la dignidad social.
Ya estamos lejos de la recurrencia a los golpes de Estado. Esa distancia es un logro mayor de la módica cultura cívica de los argentinos. Pero no estamos lejos ni a salvo de las causas profundas de la crisis de 2001. La perversión y el oportunismo que entonces tanto tuvieron que ver con lo que nos pasó siguen vigentes entre nosotros. La euforia económica de hoy no tiene futuro. Podrá prolongarse un tiempo más pero no cuenta con bases sólidas. No la respalda ninguna política de Estado. Lo ha dicho bien Roberto Lavagna: una cosa es consumo con inversión y empleo, y otra, consumo con inflación, sin inversión y sin empleo real. El oportunismo rapiña la riqueza. El Gobierno no contribuye a crear lo que con insaciable avidez consume. Si obrar criteriosamente fuera su propósito, Guillermo Moreno no seguiría en su cargo. Sin medidas adecuadas no tardará en mostrarse crudamente la enfermedad de lo que parece sano. En suma, el país se encuentra en un proceso regresivo, agravado a partir del catastrófico ingreso al nuevo siglo. Ese proceso sigue sin encontrar su contraparte en un proyecto nítido que posibilite su reversión estructural. No otra cosa es la decadencia. Al promover "niveles de pobreza e indigencia inéditos y una clase dirigente sin legitimidad -señala Sergio Berensztein-, el país abrió una caja de Pandora de la que se escaparon ideas, valores y mecanismos de organización del poder que parecían superados: el estatismo y el intervencionismo sin control, el hiperpresidencialismo hegemónico, el corporativismo sindical arrogante y mafioso, el financiamiento inflacionario del fisco y la tolerancia de una sociedad ensimismada y temerosa".
El populismo se alimenta de la ruina democrática. No aspira a reconstruir lo derruido sino a impedir su revaloración. Esta es la diferencia esencial entre el proyecto populista y el que, aún a los tumbos, trata de expresar la oposición.
La disputa debería ser, finalmente, entre un modelo prebendario y una propuesta republicana. El primero hace ya tiempo que inició su despliegue. La segunda aún no demuestra suficiente energía. Le faltan voces altamente representativas. Y potencia, para concitar la atención sobre los peligros con que hay que terminar en la Argentina y qué es lo que en ella debe empezar a afirmarse de una buena vez. No es hueca agresividad lo que se le exige a esa segunda propuesta, sino intransigencia ante el delito. Osadía para poner al desnudo lo que esconde la retórica que se dice progresista. ¿Brotarán esas voces de la niebla opositora? Si ello ocurriera, la mayoría de los argentinos, harta del oportunismo y la demagogia, sabrá reconocerlas.

El crimen organizado debilita las bases del estado y la sociedad La invasión de las mafias

Luis Gregorich Para LA NACION
Martes 31 de mayo de 2011
EN Política y delito , uno de sus tempranos y aún disfrutables libros de ensayo, Hans Magnus Enzensberger cita -en versión libre- lo que él considera una de las primeras descripciones literarias de las organizaciones mafiosas. Se trata de un fragmento de Rinconete y Cortadillo , una novela ejemplar de Cervantes, que muchos de mis lectores y yo mismo hemos leído en la escuela secundaria: "Si vuesa merced es un pícaro, ¿por qué, entonces, no pagó su derecho de portazgo? Os aconsejo que vengáis conmigo a ver el Presidente de la honrada Hermandad y que no os atreváis a robar sin su permiso, ya que esto os resultaría caro. ¿O acaso creísteis que el robar era una profesión liberal sin impuestos ni contribuciones?".
La honrada Hermandad que menciona esta versión de Cervantes no es una invención del escritor. Por el contrario, existió realmente en España y es un firme antecedente, arraigado entre los siglos XV y XVII, de las entidades criminales, preferentemente itálicas del Sur, consolidadas en el siglo XIX y expandidas a América del Norte a comienzos del XX. Trátese de la Cosa Nostra siciliana, de la 'Ndrangheta calabresa o de la Camorra napolitana, estamos en presencia de grupos organizados jerárquicamente, de rigurosa administración, divididos en "familias" que guardan estricta lealtad endógena, y que de esta manera convierten al crimen, a la "protección" compulsiva y a la extorsión en actividades lucrativas y seguras, lejos de la improvisación de ladronzuelos o vulgares carteristas.
Desde hace muchas décadas, las mafias se han ido especializando, consagrando parte de su vocación delictiva -quizá la más próspera- al tráfico y distribución de drogas ilícitas, ordenadas territorialmente. Los países con mayor riesgo son, como es obvio, los grandes productores y los grandes consumidores de droga, pero también hay causas políticas y sociales que potencian el peligro: la pobreza, las fuertes desigualdades, el autoritarismo, la fragilidad de las instituciones, la falta de apego a la ley.
¿Cuál es el lugar que ocupa la Argentina en este inquietante cuadro? No se han conocido hasta ahora investigaciones exhaustivas, ni hay a mano estadísticas confiables, salvo la voz de alerta de organismos internacionales, que nos adjudican la condición creciente de país de tránsito; es decir, de centro de distribución que lentamente, también, ha ido incrementando el consumo. Aparte de las mafias de la droga, por lo general mexicanas o colombianas, hemos soportado, asimismo, mafias rumanas, expertas en la importación y exportación de sus compatriotas, y seguimos soportando mafias chinas, dedicadas casi con exclusividad a brindarles "seguridad" a sus connacionales empeñados en el útil comercio del supermercado de barrio. No se han descubierto huellas de las mafias rusas, que tanto prestigio han ganado después de la caída del Muro de Berlín. De algunas sospechas acerca de entidades bancarias o financieras de la plaza, sólo puede decirse que son indemostrables.
¿La historia se acaba aquí? ¿Simplemente estamos sometidos al perturbador ataque de estos burócratas del delito? ¿Nada hace que merezcamos, entonces, la calificación de Estado mafioso o -peor todavía- sociedad mafiosa que cada vez con mayor insistencia nos endilgan sociólogos e historiadores?
No la merecemos, tal vez, desde la perspectiva restringida que hemos utilizado hasta aquí; pero sí, y a no dudarlo, a partir de una significación más amplia, que termina necesitando e incluyendo a la anterior.
Hay que apelar al Diccionario de la Real Academia Española para encontrar, en sus sucesivas reediciones la ampliación del uso y popularización de una palabra que la Academia, con buen criterio, se limita a recoger. Ante la presencia cada vez mayor y variada de mafias y mafiosos en el mundo, más acepciones en el Diccionario . La primera, tradicional, es la que no nos concierne: "Organización criminal de origen siciliano". La segunda y tercera, recientemente incluidas, ya nos han contaminado: "Cualquier organización clandestina de criminales" y, más todavía, "grupo organizado que trata de defender sus intereses". Esta última sería perfecta si añadiera... "y privilegios".
Lo primero, la mirada atónita y pasiva, cuando no cómplice, del Gobierno y las fuerzas de seguridad frente al surgimiento acelerado de pequeños jefes mafiosos, generalmente asentados en villas y barriadas humildes de la ciudad autónoma y del Gran Buenos Aires. Su oficio consiste, esencialmente, en vender droga y armas. Puede tratarse del miserable y devastador paco, destinado a su vecindad, o de la más aristocrática cocaína, que irá a parar a zonas más pudientes. En ambos casos, se registrará la dependencia y la destrucción de la voluntad de los consumidores. Ellos mismos serán los principales compradores de armas clandestinas, que inician una ronda infernal. Aunque no hay cifras confiables, es evidente que la criminalidad y las drogadicciones se han ido incrementando en los últimos años, sin que los dirigentes políticos hayan hecho gran cosa para dominarlas, a pesar de sus protestas acerca de la justicia social y la redistribución del ingreso. A una vivienda construida, se necesitan diez; a diez aulas escolares levantadas, hacen falta cien; a cien cloacas instaladas, se requieren mil.
Llegamos así a los mencionados políticos y al propio Estado, cada vez más teñidos de color mafioso. No por nada, descendemos, en buena parte, de las culturas latinas mediterráneas. Vale la pena repetir las palabras de Tom Hagen, personaje de El padrino , la monumental trilogía cinematográfica de Francis Ford Coppola, sobre la novela homónima de Mario Puzo: "Los italianos piensan que el mundo es tan duro que hace falta tener dos padres; por eso, todos tienen un padrino".
Entre nosotros también existe esta estructura mafiosa, sobre todo en los sectores desposeídos. A cambio de la adhesión política, estos protectores o defensores del pueblo extraoficiales reparten subsidios o entregan artefactos domésticos, según las necesidades de quien los recibe. La contraprestación suele ser, aparte del voto, la obligada asistencia a un acto partidario, por ejemplo de apoyo al intendente del partido respectivo del conurbano. Aunque todos los partidos grandes ejercen esta forma mafiosa de asistencia, el peronismo tiene, de lejos, la mayor experiencia en la materia, por tradición fundante y ejercicio tenaz del poder desde el populismo. El puntero populista mira con cariño y un poco de nostalgia anticipada a sus protegidos: sabe que si se educan y prosperan en la vida, podrían renunciar a su afectuoso consuelo.
Palabras mayores, en materia de organización y filosofía mafiosas, las representan los sindicatos, en especial los conducidos por la ortodoxia peronista. No debe olvidarse que Perón creó, entre nosotros, el sindicalismo de Estado, claramente inspirado en modelos fascistas, aunque después tomara otros caminos, incluso la resistencia durante regímenes militares. Largamente favorecidos por el Estado cuando el partido afín gobierna, los sindicatos oficialistas (hoy lo son) se convierten en socios mafiosos de empresas concesionarias, sobre todo en contratos de obras sociales, construcciones de hoteles y sanatorios para los afiliados, y otros asuntos menores. Sus cúpulas, reelegidas durante décadas, robustecen su patrimonio personal en forma inexplicable.
La llamada "mafia de los medicamentos" es la punta filosa de un iceberg que mostrará más aristas delictivas en la medida en que la Justicia, a su vez amenazada por sistemas mafiosos internos, decida jugarse a fondo. Ya se sabe qué papel han desempeñado estos mismos sindicatos las pocas veces que le tocó gobernar a un partido opositor: escaso diálogo con el gobierno, acción coordinada con el peronismo político, huelgas generales y violencia en las calles. También, al fin y al cabo, se trata de resistencia. Y no se crea que las correspondientes fuerzas empresariales, con sus nichos bien protegidos y su desapego por la competitividad, son virtuosas en todos estos sentidos.
Por último: el carácter mafioso de nuestro Estado, el más grave y dañino de todos, se confunde con la palabra "corrupción". Quien ha gobernado más, es más corrupto. Otra vez contratos multimillonarios sospechosos, subsidios manipulados, compras innecesarias que perforan cualquier superávit o logro financiero. Decenas de miles de nuevas e inútiles contrataciones de personal a cambio de reconocible militancia, y sin respeto por la carrera administrativa o los concursos de méritos. Estamos hablando de todos o de casi todos los gobiernos que gestionaron nuestro Estado, pero más específicamente del que nos rige hoy.
A nuestros dirigentes políticos, en vísperas de definirse candidaturas presidenciales y posibles alianzas, habría que decirles, de nuevo, que la negativa a reunirse y alcanzar acuerdos mínimos podría no ser intransigencia o fidelidad a una ideología. Podría ser espíritu mafioso, maña corporativa, y que la lucha contra las mafias y la corrupción, en voz alta, debería ser uno de los ejes de toda campaña, incluida la de la Presidenta. Para que no tengamos que decir, como Vito Corleone, el protagonista de la primera parte de El padrino , interpretado por Marlon Brando: "Nunca digas lo que piensas fuera de la Familia" (la mayúscula es nuestra). © La Nacion