miércoles, 20 de noviembre de 2013

Historias, lugares y personajes
 
“Pregunte. Usted, pregunte”
DE VISITA POR LAVALLE
Criollo, para muchos un ilustre memorioso, un museo andante, patrimonio viviente del pago de Lavalle. Pasa sus días en el viejo poblado rural que lo vio nacer. Su estrella, el lejano 25 de abril de 1919. Mimetizado en los caserones, viejos almacenes o en la Ría de Ajó, añora sus tiempos mozos. Habla de la historia como si hubiera pasado ayer. Llegamos al pueblo de General Lavalle, cercano al Cabo San Antonio, una topografía muy característica, recorrimos sus calles, bulevares y la sobresaliente ría, que une la pequeña ciudad, con el Plata. Sabía que este viaje, aguardaba para mi un bagaje de de anécdotas y recuerdos. Esto se lo debo a un amigo, Guillermo Strianese y a su compañera Stella Pereyra, quiénes insistieron en llevarme. La charla amena se transformó en un tesoro de historias. Hechos que se remontan a sucesos de dos siglos, que únicamente una persona podía resumir en un par de trazos, síntesis que se logra cuando se ha vivido mucho y bien. Rómulo Ramón Gasparri es su nombre, de aquí en más simplemente “Lulo”, como propios y extraños, lo llamamos.
• Ayer, en unas líneas
Dejamos atrás una derruida esquina del sector de quintas. En tiempos de antes había sido el almacén de ramos generales “La Popular”, que operó desde 1880 hasta 1945 y del que fuera propietario de 1910 hasta su cierre: Humberto Maximiliano Giuseppe Gasparri, padre de “Lulo”. Nos encontrábamos en las afueras del pueblo. Ese edificio, todavía se conserva, siendo un ícono y postal obligada para los que visitan el lugar. Pensaba: ¿Cómo habrá sido en época de esplendor?, ¿Hubo otros en el paraje?, preguntas que rápidamente dieron con su respuesta en la voz pausada y en la expresión simple de nuestro interlocutor.
La casa de “Lulo” es un ranchito, rodeado de verde y recuerdos. Varios perros y un antiguo vehículo que supo transitar las arenas del Tuyú, se alojan en el frente de la propiedad. Cina cinas, espinillos y otros arbustos, una imagen típica de este espacio.
Es que Gasparri y su familia son protagonistas del ayer de este pago gaucho. "A mi tatarabuelo, cuando les dieron tierra, le habían dicho: los que se animen a tratar con los indios métanle nomás y así fue como se vinieron para acá. En 1827, el se encontraba en un lugar llamado “Fortín Ajó” y una hermana de él, que vivía cerca del paso de Villar, en el Río Salado, se casa y se viene para acá e instalan una grasería. Aquí ya había una población porque en este puerto, cuando la marea crecía, los barcos podían llegar hasta el arrimadero y bajar la carga por la planchada, sin necesidad de ningún trasbordo" contó Don “Lulo”. Entre comentario y comentario, la segunda recorrida por la ciudad. Un centenar de fotos, más anécdotas, tantos recuerdos, miles de vivencias. Varios fueron los almacenes de ramos generales -me dijo- respondiendo luego de largo tiempo a mi pregunta. Ese –lo señaló- era: “La Comercial” de Don Constantino Fernández. Allí trabajó desde 1901 hasta 1905 el padre de Gasparri. Luego, avanzamos pocos metros y señala a la vereda opuesta, “aquél era el de José Nunes da Conceição” -no me costó mucho evidenciar las raíces del apellido- siguió comentando nuestro amigo: “Funcionó hasta 1942 como almacén de ramos generales, hasta que se quemó. Era el boliche del portugués.” Avanzando en el centro, llegamos a Mitre y de la Serna. La esquina del Concejo Deliberante. A un paso, sobre Mitre, la Municipalidad. Girando apenas la cabeza, hacia mi derecha veo la iglesia, desciendo del transporte, -la camioneta de Stella- y fotografío el edificio de Nuestra Señora de la Merced, a quién le agradecí de corazón, la oportunidad que me brindó de conocer tan buena gente. En un principio me pareció algo anárquica la entrevista, la recorrida y hasta mi actual redacción, pero al fin y al cabo responden a un momento que se traduce en crónica, con algún toque de semblanza y mucho anecdotario histórico. “Lulo” es Ciudadano Ilustre, conserva en su espíritu la fuerza del hombre de campo, el amor a la tierra y al tradicionalismo, fue presidente del Fortín Ajó e integrante de la Sociedad Rural. Pero también, encierra un personaje, medio artista, poeta e historiador. En nada se contradice, al contrario, magníficamente se complementa con quién charla con él. Participó en abuelos bonaerenses con aperos e historias costumbristas. En ese momento me vino a la mente, la nota que redacté el año próximo pasado sobre “La galera de Dávila”. Recordé a ese hombre mayor que viajó un tramo en el vehículo, guiándolo en su recorrido, ¿se trataba de la misma persona? Vuelvo al hecho, con un párrafo del texto de referencia: “En medio de una treintena de curiosos, la Galera de Dávila empezaba a hundir sus ruedas en esos mismos caminos por los que anduvo durante cuarenta años. Entonces era el único medio de transporte que comunicaba apartados lugares con aquellos a los que llegaba el tren. Con cuatro tronqueros y dos caballos atados a modo de cadeneros. La galera se puso en movimiento en uno de los caminos de tierra que conducen hacia el pueblo de General Lavalle. Tito Alday y Rómulo "Lulo" Gasparri en el pescante y sentados en su interior un grupo de pasajeros que alguna vez fue usuario del transporte. Tripularon el carruaje en el recorrido de esos tres kilómetros en los que el mayoral supo venir haciendo sonar una corneta para dar aviso de la llegada...”
Pero también, como un flash, recordé un artículo que leí en el verano en Mar de Ajó, no estaba seguro en que año, -lo busqué al regreso- se trataba del 2007, este texto decía: “El Centro de Jubilados de San Clemente cedió sus instalaciones y a las 9 de la noche estaban todos los invitados. Al ingresar los asistentes firmaban una enorme cartulina que Los Pioneros guardarán como testimonio de esa noche donde el pasado y el presente se dieron cita. Cada uno se llevó como suvenir una casita de cartón corrugado. Se entregaron unos 70 diplomas. Algunos llegaban al estrado acompañados por familiares, pioneros de 80 y hasta 95 años. Cada uno tenía una anécdota, un recuerdo. Los que ya no están, fueron representados por hijos o nietos. Hubo menciones especiales para los 3 “Patrimonios vivientes de San Clemente”: Dolly Contreras, Poldo Pilaría, Rómulo Ramón Gasparri.” En ambos casos se trataba de la misma persona...
Recordó con nosotros la galera de Dávila y otros datos de la historia. En 1951, hizo de chasqui, de correo entre San Clemente, Mar de Ajó y Dolores. Ésto fue hasta 1959, cuando dejó el auto por el colectivo y emigró a Tandil. Pasamos luego por el almacén de Estévez, “Lulo” vive en la calle Libres del Sur, todo un designio. Hoy Lavalle vive del pescado, empleados públicos y el campo. Nos comentaron que con el cierre de los saladeros en 1901 dio comienzo a la decadencia de un pueblo llamado a ser mojón en la pampa, a orillas del Plata y a un paso del mar. Fábricas de grasa, jabón y vela. Lo de Fulco, “San Carlos”, balbuceó Gasparri.
• Comenzábamos el regreso
Luego de un par de horas de recorrido, pausado pero intenso, pegábamos la vuelta, no sin antes pasar por el cementerio del pueblo. Inaugurado en 1870, fue hecho con el aporte popular, de 0,50 centavos a 500 pesos de la colaboración. “Antes, se enterraban los cuerpos en la Estancia de Los Ingleses, -de repente comenzó a decir- porque el Ajó es del 39, de 1839...”. Yo creo que “Lulo”, -de allí lo del designio de la calle- se asemeja mucho a los “patriotas de los libres del sur”. Él, todos los años, responde al llamado, juntándose en Dolores con los camaradas que rinden homenaje a la gesta. La Patria para “Lulo”, son sus sueños, su idea inclaudicable de ver grande al pago y feliz a su gente.
Fuente: InfoBrandsen

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