miércoles, 20 de noviembre de 2013

Matanza de General Lavalle: la corvina está a punto de rendirse
En el pasado mes de junio, nuestro informe acerca del inicio de la zafra de corvina rubia que anualmente se realiza desde ese puerto, describía la situación como “un catálogo de irregularidades”. A punto de terminar la temporada, las irregularidades continúan.
Texto y fotos de GUILLERMO NAHUM

Hace exactamente dos meses y una semana viajamos al puerto de General Lavalle para elaborar un informe acerca del inicio de la zafra de corvina rubia que anualmente se realiza desde ese puerto. En aquel momento se me ocurrió definir la situación como “un catálogo de irregularidades”. Hoy, a punto de darse por finalizada la temporada de un momento a otro, aquellas situación no ha variado, si no fuera por el agravante de que las capturas están compuestas en su totalidad por ejemplares juveniles del tamaño de un atado de cigarrillos.

En aquel momento el informe de REVISTA PUERTO tuvo una gran repercusión, aunque en realidad se limitaba a detallar lo que allí sucedía a la vista de todo el mundo como sucede año tras año sin que nadie intente evitarlo; es decir, se pesca en promedio cinco veces más cajones que los que se declara y a su vez se falsea también el peso de los mismos. La gran mayoría de los marineros cobran apenas una partecita insignificante de su sueldo en blanco y el resto, el negro, lo retiran de alguna casa de cambio marplatense o directamente lo reciben en efectivo de manos del armador, con la consecuente evasión previsional y fiscal. La totalidad de los estibadores carecen de ropa de trabajo como así también de registración laboral y formalidades por el estilo. Y los funcionarios de Prefectura Naval Argentina apostados en el lugar se especializan en mirar para otro lado, dejando la ranura al alcance de los armadores, evitando así sancionar a los barcos que traen abarrotadas sus cubiertas de pescado a granel. También se sospecha que ofrecían libretas de embarque a cambio de siete mil pesos, libretas que nunca habrían sido entregadas ni devuelto el dinero que habrían cobrado.

Si bien en aquella oportunidad pudimos constatar que se hallaban presentes tanto el Director de Fiscalización Pesquera de Buenos Aires, De Negris, como tres de sus inspectores, también pudimos observar que la presencia de los mismos era sólo figurativa ya que en sus narices se desembarcaba pescado mayoritariamente juvenil y se subdeclaraban los volúmenes de capturas con la complicidad necesaria de los funcionarios.

A los dos días de publicado nuestro informe, se hizo presente en el lugar el Director de Pesca provincial, Juan Domingo Novero, quien labró actas por la abultada descarga de juveniles que realizaban barcos del rico empresario local, Ricardo Trama. También supimos que debido a nuestras denuncias y a otras irregularidades detectadas, se relevó del lugar a la totalidad de los hombres de prefectura que allí prosperaban a costa del desprestigio de esa institución bicentenaria.

Hoy la zafra anual de corvina rubia en esa zona de la provincia de Buenos Aires agoniza, como agoniza por sobrepesca la salud del recurso que la sostiene. Año tras año lo bueno de la temporada es cada vez más corto y la matanza de ejemplares juveniles es cada vez más extendida y desquiciada. Actualmente y mientras se espera que las autoridades provinciales decidan de una vez dar por finalizada la temporada, los treinta barcos allí apostados siguen descargando diariamente miles de cajones de corvina que rara vez alcanza los veinte centímetros. Además, a estas quince parejas habría que sumarles otras tantas que operan desde la desembocadura del Río Salado en la zona norte de la Bahía.

También se esperaba por estas horas que, ante la ausencia de medidas por parte del gobierno bonaerense, fuese la Comisión Técnica Mixta Argentino Uruguaya la que tomase la medida de cerrar la pesca en la Bahía de Samborombón, pero los días pasan y ello no sucede.

Hoy lo que allí acontece no es más que una tremenda matanza de ejemplares juveniles de corvina rubia , lo que pone en jaque la salud del recurso y compromete seriamente las próximas zafras, tal como viene sucediendo año tras año con los resultados que saltan a la vista.

Todo lo aquí detallado ya es harto conocido por nuestros lectores, a quienes anualmente anoticiamos sobre el particular de manera idéntica. La inacción gubernamental no nos deja otra posibilidad que la de seguir observando cómo se consuma otro de los colapsos profusamente documentados de la industria pesquera argentina, ante la pasividad estatal y su imposibilidad manifiesta de administrar los recursos pesqueros. La pesca de corvina en la Bahía de Samborombón debe cerrarse ya, ayer ya era tarde. Sabemos muy bien que es cierto y atendible el argumento de algunos funcionarios provinciales cuando afirman que no tienen dinero para contener la problemática social que puede generar una administración responsable de esta pesquería. Pero también sabemos que cuando al gobierno le interesa algún tema en particular, el dinero aparece.

O a lo mejor deberemos rogar que el Grupo Clarín se meta en el negocio de la corvina, o en el de la merluza, para que al gobierno le den espasmos de estatismo reparador y aparezca dinero de donde no lo había.

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